”Tener dos hijas cambió mi perspectiva de muchas cosas. Encontré una nueva forma de respetar a las mujeres y creo que me convertí en un buen y verdadero hombre”. El actor Mark Wahlberg escribió esa frase en su perfil de Facebook el 20 de septiembre de 2013.

Al igual que Wahlberg, muchos dicen que la experiencia de ser padres de niñas los ha transformado. Lo que muchos no saben es que esa sensación es común y ha sido probada científicamente, pues varias investigaciones han demostrado que cuando los hombres tienen hijas viven una relación única que saca a relucir en ellos actitudes que de otra forma no aparecerían.

La investigación más reciente, llevada a cabo por Dalton Conley de la Universidad de Nueva York y Emily Rauscher de la Universidad de Kansas, en Estados Unidos, demostró que tener hijas hace que los hombres sean más propensos a apoyar ideas y políticas conservadoras, debido a que se vuelven más sobreprotectores. “Revisamos datos de más de 650 padres biólogicos de niñas y descubrimos que tenían visiones tradicionalistas sobre las mujeres, el sexo en la adolescencia y la promiscuidad”, señaló Rauscher.

Durante la infancia los papás son muy cariñosos, consentidores y mucho más permisivos. “He conocido a mamás que se quejan porque sus esposos se vuelven demasiado laxos con sus hijas y les exigen menos que a los varones”, dice el psiquiatra infantil Germán Casas.

Según Annie Acevedo, un aspecto que podría explicar lo anterior es que el cerebro de las mujeres es muy diferente al de los hombres, y la crianza de una hija expone al padre a la perspectiva femenina de primera mano. “En principio ellos se sienten fuera de base. Pero a medida que van criándolas entienden más el mundo femenino, se vuelven más solidarios, empáticos y tienden a protegerlas del lado negativo del mundo masculino”, afirma la psicóloga.

Las niñas les permiten a los hombres descubrir sentimientos que difícilmente encuentran en los varones y al mismo tiempo aprenden a expresarlos mejor. Además, sus hijas son las primeras mujeres a las cuales no tienen que conquistar o dominar. Es un amor desbordado sin esfuerzo.

Pero así como las niñas pueden generar cambios positivos en sus padres, ellos también son esenciales para la formación de sus pequeñas. Dos estudios publicados en 2013, de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda y la Universidad de Vanderbilt en Estados Unidos, señalaron que la presencia de los papás es fundamental para sus hijas desde el nacimiento hasta su adultez.

Los beneficios que obtienen por tener su compañía y gozar de una buena relación son invaluables. La ciencia ha demostrado que las niñas que se la llevan bien con sus papás logran entender ciertos factores de la psicología masculina. Por eso a partir de esa relación se puede medir el comportamiento que asuman con otros hombres en el futuro.

Peggy Drexler, psicóloga, investigadora y profesora de la Universidad de Cornell, recogió varios estudios sobre el vínculo entre padres e hijas y los analizó en su libro Our Fathers, Ourselves. La autora afirma que las mujeres que no tuvieron una buena relación con sus papás en la infancia conservan ese trauma durante el resto de su vida y son más propensas a tener problemas de salud mental, en especial desórdenes alimenticios generados por su baja autoestima.

Drexler revela en su libro diversas investigaciones que demuestran que las jóvenes que sufren de este tipo de enfermedades ven a sus progenitores como personas agresivas, perfeccionistas y críticas. Acevedo coincide con esta teoría, pues considera que una mujer no tiene alta autoestima si el papá no le ha prodigado su amor incondicional. “La aprobación del padre es esencial para que se sientan atractivas y capaces de cumplir las metas que se propongan”, señala la experta.