En este estudio, los investigadores del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia, Estados Unidos, formaron tres grupos de mujeres embarazadas (45 mujeres en total).

El primer grupo consumió zumo de zanahoria 4 veces por semana durante 3 semanas al final del embarazo, seguido por agua después del nacimiento. El segundo grupo bebió agua al final del embarazo y luego zumo de zanahoria durante los 2 primeros meses de lactancia. Finalmente, el grupo de control bebió agua antes y después del embarazo.

Luego, los investigadores controlaron la incorporación de cereales en la dieta de los bebés cuando tenían cinco meses y medio. En un caso, los cereales estaban mezclados con zumo de zanahoria y en el otro, con agua.

Los científicos observaron entonces que los niños que habían estado expuestos al zumo de zanahoria, tanto en el útero como durante la lactancia, consumían más cereales con sabor a zanahoria que los otros.

Por otra parte, de acuerdo a las madres, los bebés parecían disfrutar las comidas con sabor a zanahoria. Este estudio demostraría el papel predominante de la madre en la formación de los gustos de los niños en materia de nutrición.

Los gustos son culturales

No se trata del primer estudio del equipo del Monell Chemical Senses Center. “Ya hemos demostrado que la dieta de la madre influye en el gusto del líquido amniótico”, precisa Julie Menella, uno de los autores del trabajo. Estos investigadores demostraron que ciertos alimentos como el ajo, la menta, la vainilla o el alcohol alteraban el sabor de la leche materna.

¿Innatos o adquiridos?

Aunque el estudio sugiere una transmisión de las preferencias de alimentos de la madre al hijo, el debate al respecto de si el gusto es innato o adquirido aún no ha concluido. Estudios previos han demostrado que los bebés al nacer prefieren lo dulce y rechazan lo ácido, aparentemente de forma innata.