No hay nada más hermoso que disfrutar ser padres. Tener a una pequeña persona que llena de alegría nuestros días es realmente increíble, sin embargo, también significa una *gran responsabilidad tanto para mamá como para papá.

*Muchas mujeres soñamos con que papá sea el cómplice de nuestro hijo, pero no siempre es así, pues, la ausencia de ellos está latente.

Una mamá escribió para Bable una conmovedora carta expresando lo difícil que ha sido para ella ver que su hija tiene un padre ausente. Aquí te compartimos la carta:

“Es igual a su padre

Me sonrojaba cada vez que escuchaba estas palabras, siempre esperando que la incomodidad que sentía pasase desapercibida gracias a mi piel oscura. No sabía exactamente cómo debía sentirme, sólo sabía que escuchar esa frase no me hacía sentir bien.

Claro que mi hija se iba a parecer a él. Después de todo, la mitad de su ADN es el de él. Pero, de alguna manera, no me parece justo. La cargué dentro de mi cuerpo durante 40 semanas. La llevé en un asiendo de auto para bebé, totalmente convencida de que mi brazo se iba a separar de mi cuerpo. Cuando estaba en preescolar, la cargaba en mis brazos cuando se quedaba dormida en el auto y teníamos que subir las escaleras. Y la he llevado en mi corazón desde el día en el que supe que existía.

Cargar a una personita que de la nada se vuelve una persona grande es algo que puede ser aterrador y cansador, pero también es gratificante. Mi hija siempre ha cabido en mis brazos y en mi corazón de manera perfecta.

Pero he hecho todas las cosas difíciles solas. Él podrá ser su padre, pero no ha llegado a ser su ‘papi’. Nunca ha puesto los regalos de navidad bajo el árbol ni le ha leído historias antes de dormir. No le ha puesto tiritas. Nunca hubo alguien para ayudarme con su tarea o en los momentos en el que se resfriaba y yo rezaba para que se le quitara la fiebre pronto. En ese momento, él había dejado de ser parte de nuestras vidas hace mucho.

Creo, realmente, que la ama a su manera, pero no de la manera en que un padre debería amar a su hija. Con su ausencia, me permití un gran suspiro de alivio. Sentí que nos habíamos librado por poco de un futuro lleno de inestabilidad, angustia y dolor. Dejarlo ir nos dio una oportunidad. Ella y yo teníamos una oportunidad.

Sólo que él nunca nos dejó realmente. Veo partes de él en ella: su rostro, sus gestos; partes de él que están presentes en la persona que amo más que a nada en este mundo. Pero ¿cómo puedo ser capaz de declarar que la amo más que a nada en este mundo cuando aún no soy capaz de personar a la persona que me ayudó a crearla? ¿Acaso todo lo malo que hizo podía ser olvidado porque me entregó el regalo más precioso que alguien me podría haber dado?

El amor que siento por mi hija es tan profundo y verdadero que no estoy dispuesta a permitir que mi pasado lo disminuya. Para lograr amar todo lo que ella es, incluso lo que me recuerda a alguien que alguna vez quise olvidar, tuve que perdonar y escoger sentirme agradecida.

Para mí, ella es perfecta. Es parte del plan perfecto de Dios. Es exactamente quien tenía que ser.

Sigue siendo tan bella y perfecta como lo era el día que nació. Nosotros, su papi y yo, estamos orgullosos de ella. Y a su manera, me imagino que el hombre que me ayudó a crearla también se siente orgulloso.

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