Stacey Gill es una periodista y una mujer que tiene un blog sobre maternidad. Ella ha escrito un artículo para el portal ScaryMommy, donde cuenta las razones de porque no le gusta reunirse con otras madres para que sus hijos jueguen. A continuación te lo mostramos.

“Estaba muy motivada con las citas para jugar. Me uní en todos los grupos de citas para jugar en el área de Essex y estaba dispuesta a viajar para ir a otras. Lo que buscaba era un poco de apoyo, conversar con otras madres y descansar un poco pero lo que me encontré fue muy diferente.”

“Y claro que lo fue, porque en vez de paz solo se encontró con pequeños déspotas muy demandantes y poco razonables y con madres a las que solo les interesaba saber cuál era la mejor taza para bebé o el precio más conveniente del Mercado de esos cochecitos que sirven para trotar.”

“Ella describe que las dos horas (duración típica de uno de estos encuentros) se iban en perseguir a los niños, limpiar alimentos que se hubiesen caído al suelo y cargar juguetes adicionales. Claramente es difícil adaptarse a una rutina como esta cuando lo más probable es que ella, y muchas otras madres, solo deseen tirarse en el sofá, tomarse un cóctel y lamentarse.”

“A Stacey también le tocó vivir situaciones poco agradables donde otras madres, probablemente tan desesperadas como ella, llegaron con sus hijos a su casa de forma inesperada: Un niño invitó a mi hija a jugar, le di permiso y luego la madre del niño me preguntó a qué hora tenía que recoger a su hijo. Pensé que había escuchado mal, pero no.”

“Pasa el tiempo y llega la época en la que los niños pueden jugar solos y los padres no tienen que involucrarse tanto pero para Stacey las cosas no mejoraron mucho. Los niños de hoy en día son más críticos, más demandantes y viven de una forma muy diferente a la que alguna vez vivimos esos adultos que no conocieron tanta tecnología en la niñez.”

“En una ocasión uno de los amiguitos de mi hija me indicó que no le gustaba el refrigerio que yo le ofrecí y me preguntó que otras opciones tenía. Aunque quizás eso no fue tan malo como la vez en que otro niño decidió que era aceptable entrar a mi cocina a revisar mi refrigerador. O la ocasión en la que uno de los niños se negaba a dejar de llamarme por mi nombre de pila. Espera, también hubo una ocasión en la que otro amiguito tuvo un accidente en mi baño y se negó a salir de este por mucho rato.”

“En la actualidad muchos de los niños que son lo suficientemente grandes como para salir a jugar solos. Suponemos que quizás sea necesario seguir organizando las cosas o… ¿darle a los chicos sus propios Blackberries para que organicen sus juegos diarios? Quién sabe, quizás ahí puedan volver a salir a jugar.”

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