El Bullying se ha convertido en un problema social que afecta a millones de niños en el mundo. No sólo es importante saber quiénes son las víctimas, sino también los responsables, para poder combatir este problema desde raíz.

Los indicadores observables dentro del ámbito familiar que pueden hacer sospechar que un hijo es un acosador, son:

1.-Ausencia de empatía con el sufrimiento de los demás. No le preocupa las emociones de los otros, y sólo piensa en la satisfacción de sus necesidades.

2.-Se muestra prepotente y dominante con hermanos y amigos.

3.-Muestra comportamientos agresivos.

4.-Se enorgullece de su conducta agresiva.

5.-Habla despectivamente de algún chico o chica de su clase.

6.-Hay constancia de que ha sido recriminado más de una vez por peleas con sus compañeros de clase.

7.-No asume la responsabilidad de su conducta, ni pide perdón cuando ha actuado mal.

8.-Se muestran muy dominantes, autosuficientes y sin ninguna tolerancia a la frustración.

9.-Son poco tolerantes, y nada solidarios, necesitan imponerse a través de la fuerza y la amenaza

10.-Han descubierto que pueden obtener éxito y poder social humillando a otros.

Para combatir esto, es necesario detectar a tiempo las conductas de los niños y hablar con ellos. Además, llevarlos donde un especialista que los oriente, ayudará a que trabajen la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y experimentar sus sensaciones.

Educar a los hijos ofreciéndoles tiempo de calidad, enseñarles valores y que aprendar a transmitirlos será la forma de combatir este mal. Los modales y la educación son básicos. Pero sobretodo poner límites a su conducta cuando ésta sea inapropiada, sin ser excesivamente autoritarios ni tampoco demasiado permisivos.