Fueron días de mucha emoción, alegría y lágrimas, en su mayoría de felicidad. Cada competencia dejó historias que seguramente serán recordadas a lo largo de la historia.

Uno de los momentos más tiernos fue sin duda cuando la jugadora de Estados Unidos Kerri Walsh Jennings besa a su hijo tras llevarse la medalla de oro de vóley playa femenino en Londres 2012.