“Creo que ser buena madre te enseña a amar y compartir. Dejas de vivir de manera egoísta y solo piensas en cómo puedes ayudar a tus hijos a ser felices y a aprender cosas del mundo que les rodea”, señaló.

“Cuando empecé en la UNESCO fue muy gratificante ayudar a la gente y sentir que estaba haciendo algo positivo. Adoptar un hijo y formar una familia fue la culminación de todo eso ya que estaba ayudando a que otra persona tuviera una vida más segura y feliz”, dijo.

Sin embargo, admite que tanto ella como su marido han sufrido las consecuencias de las familias con niños pequeños, como por ejemplo luchar contra la falta de sueño.

“Desde que nacieron los gemelos, rara vez he sido capaz de acostarme tarde. En cuanto acuesto a los niños caigo rendida, pero mis hijos son lo mejor que me ha pasado en la vida, los amo”, añadió.