Las mujeres que son madres de dos o más niños saben muy bien que cada embarazo es totalmente diferente al otro. Si con uno fue un embarazo relajado, con el otro puede ser uno que te tiene en movimiento.

Además de que cada embarazo es diferente al otro, también empiezas a hacer cosas diferentes. Jen Simon publicó en Scary Mommy una relación de siete cosas diferentes que sueles hacer entre tu primer y segundo embarazo.

1. Fotos de las ecografías…

Para el bebé número uno, me maravillé con cada foto mirando su pequeñas costillas, la columna vertebral, la nariz me preguntaba a quién se iba a parecer Escaneamos las imágenes y las subimos a Facebook, les escribimos cosas, las compartimos con orgullo. Incluso les hice marcos para que mis padres y suegros pudieran mostrar al bebé antes de que tuvieran las imágenes reales. Coloqué cada imagen original (e incluso algunos duplicados) en una carpeta dedicada al bebé, y en orden cronológico, por supuesto.

Para el bebé número dos, me olvidé de mostrarle a mi marido las imágenes la mitad del tiempo. En su lugar, las encontraba días después de mi cita con el doctor, arrugadas en el fondo de mi bolso, junto con los snacks, las toallitas y los lápices de colores. Cuando me acordaba, ponía unas cuantas en el refrigerador, pero desde luego no les hice copias a mis padres ni a mis suegros. ¿Por qué querrían una foto de un pez /bebé cuando podrían mostrar una imagen de su hermoso nieto de 3 años en su lugar? ¿Y Facebook? Olvídalo. Desde luego, no me estaba tomando la molestia de analizar las cosas, y mucho menos de mostrar una imagen granulada, en blanco y negro y que ni siquiera era bonita.

2. Actualización en tiempo real del estado del feto

Con el bebé número uno, mi marido y yo contábamos los días para recibir nuestros mensajes de correo electrónico de actualización semanal. Actualizaba mi estado en Gchat cada semana para comparar el tamaño de mi bebé con frutas (lo que me pareció muy lindo y en absoluto molesto). Incluso buscamos las frutas en el mercado para comprender mejor el tamaño de nuestra diminuta y creciente criatura un kumquat ¿qué tan grande es un kumquat? Leía, con interés y placer, lo que otras mujeres estaban pensando y revisaba el BabyCenter (centro de ecografías) para ver las sugerencias ofrecidas.

Para el bebé número dos, me inscribí en los correos electrónicos semanales exclusivamente para mantenerme al tanto de qué tan avanzado estaba mi embarazo. La segunda vez, no me preocupé por la comparación de frutas, pero podía ignorar eso. Lo que me molestó fueron los fragmentos de conversaciones incluidas en los correos electrónicos. No me importaba lo que otras mujeres estaban pasando, pensando o sintiendo.

3. Fotografías de la panza

Para el bebé número uno, me tomaba fotos con diligencia cada dos semanas, marcando mi crecimiento durante el embarazo. Me aseguraba de estar en el mismo lugar y de llevar la misma ropa cada vez, así pudimos ver cómo mi vientre estaba cambiando. Incluso hacía que mi marido me tomara varias fotos para poder escoger la mejor opción. También le escribía los números a las fotos y a menudo los volvía a escribir cuando no estaba contenta con el tamaño del número “1” en relación con el “8” o cosas por el estilo.

Para el bebé número dos, me olvidé por completo de que había tomado fotos de mi vientre a propósito la primera vez. Me acordé cerca de las 24 semanas, cuando ya estaba enorme e hinchada y ya no tenía ganas de presumir, y mucho menos de preocuparme por una foto que ayudaría a documentar mi trasero gigante para la prosperidad. Entonces, no me tomé ninguna de las fotos semanales cursis mientras estaba embarazada por segunda vez. Si el bebé número dos quiere ver cómo me veía mientras estaba embarazada de él, puede ver fotos de mí con su hermano.

4. Las preocupaciones

Para el bebé número uno, me preocupaba literalmente de todo lo que podía pensar.

Me preocupaba que fuera un psicópata, un sociópata o un violador. Me preocupaba el autismo, la esquizofrenia, el trastorno bipolar y otros trastornos del desarrollo y mentales. Me preocupaba que fuera hermafrodita. Me preocupaba que fuera malo o estúpido, que no me gustara o que yo no le gustara a él. Me preocupaba que no fuera capaz de amamantar. Me preocupaba que fuera secuestrado.

Me preocupaba que fuera secuestrado y criado por una persona loca o vendido en el mercado negro de bebés. Me preocupaba dañarle su psique por estar viendo series como Mentes criminales o La Ley y el orden.

¿Sería posible que los crímenes violentos que veía en la televisión se internalizaran y quedaran impresos en su diminuto cerebro? ¿Eran esos programas las razones por las que estaba convencida de que sería secuestrada por esa furgoneta espeluznante de la esquina? ¿Y por qué había una furgoneta espeluznante en la esquina? Me puse a llorar una vez en un restaurante, porque estaba preocupada por la loción que había utilizado esa misma mañana. Loción. No una loción recetada para una condición de la piel, sino que la típica loción regular. Si había algo que pudiera suceder, me preocupaba por eso. Y luego, por supuesto, me preocupaba de que me preocupaba demasiado y le iba a dar un trastorno de ansiedad basado en todo el estrés en el útero.

Para el bebé número dos, sólo me preocupaba por el sueño. Sobre todo me preocupaba por cómo un segundo bebé cabría en nuestra familia y cómo volveríamos a dormir de nuevo.

5. Comer

Con el bebé número uno, no comí nada que estuviera prohibido durante el embarazo. Con esto quiero decir que no bebí ningún sorbo de alcohol, incluso cuando fui con mi marido en un viaje de negocios que se convirtió en una escapada romántica en París. ¡Paris! Y ni siquiera un sorbo de vino. Nada de queso tampoco en Francia, y en mi país, nada de queso, ni sushi, ni embutidos y literalmente escribí en mi calendario, cuando comía atún para así evitar no sobrepasar mi dosis de dos latas cada 10 días.

Para el bebé número dos, me reí en la cara de las normas ridículas de comida durante el embarazo. No, no hice nada para poner en peligro a mi bebé, pero comí sushi (en lugares de renombre). Bebí la mitad de una cerveza un par de veces. Comí queso suave si era pasteurizado. Comí atún con moderación, pero no siempre seguía la pista de exactamente cuándo. Básicamente, no me volví loca con las minúsculas probabilidades de que el bebé contrajera una enfermedad transmitida por los alimentos.

6. Preparación de su cuarto

Para el bebé número uno, hice más que planear su habitación. Me volví loca dedicándole cientos de horas a la decoración. Le hice un registro de nacimiento en punto de cruz, dos cuadros de pared y una colcha que hacían juego en punto de cruz (¿estás pensando en hacer esto? ¡No! A menos que estés loca, en cuyo caso tampoco deberías hacerlo. En serio, es una cantidad ridícula de trabajo y en ningún caso debe alguna vez alguien intentar esto). En contra de la tradición judía, yo tenía toda su habitación completamente lista antes de que él naciera. Todo tenía un tema (animales bebés) o los mismos colores (amarillo y azul o arco iris). Era, si se me permite decirlo, una guardería adorable.

Para el bebé número dos, mi hijo mayor me preguntó cómo iba a ser la habitación del bebé y en verdad me reí. El bebé no tendrá una habitación hasta que nos cambiemos a un lugar más grande. ¿Y cuando finalmente lo hagamos y él tenga una habitación? Probablemente tenga las cosas usadas de la habitación de mi primer hijo (si alguna vez tengo tiempo de terminar su acta de nacimiento), así que mi hijo mayor o puede tener una habitación de “niño grande” o los chicos compartirán una.

7. Preparación para el parto

Para el bebé número uno, pensé activamente en dar a luz. Me pregunté cómo sería y pensé en el proceso, como cuánto tiempo estaría en el trabajo de parto y en qué momento pediría la epidural. Hice una lista de reproducción de canciones llamada “trabajo de parto” en mi iPod y me compré una estación de acoplamiento con mini-altavoz para poder escuchar música durante el nacimiento. Me compré un equipo lindo para tomarle fotos al bebé. Por supuesto, una cesárea de emergencia botó a la basura todo eso, pero yo ya estaba mentalmente preparada para una cesárea (sólo que no una a las 2:00 am), a sabiendas de que son cada vez más comunes.

Para el bebé número dos, no pensaba en el nacimiento real en absoluto. Por supuesto, tener una cesárea programada me quitó el miedo y la incertidumbre, pero ni siquiera pensé en los fundamentos de lo que el nacimiento sería. Sólo estaba preocupada con la logística con respecto a mi hijo mayor.

Y eso es donde estamos ahora, preocupados por la logística con respecto a mi hijo mayor. Las necesidades del bebé son siempre superadas por las necesidades de mi hijo mayor. Cuando mi hijo tiene que ir a la escuela o ser recogido de la escuela, las siestas del bebé tienen que pasar a segundo plano. A medida que el bebé crezca, estoy segura de que vamos a establecer una rutina que funcione para todos, pero en estos momentos todavía estamos tratando de entender las cosas. Y puesto que mi hijo mayor está en la escuela, voy a ir con en el bebé y tomar algunas fotos de él mientras pueda.

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