Aunque puede sonar extraño que se presente malestar antes de una penetración, debe quedar claro que este es usualmente el resultado de tejidos genitales o perigenitales muy sensibles, lesionados o atrofiados.

Cuando se inicia la excitación y una buena cantidad de sangre invade las estructuras sexuales hinchándolas, desplazándolas y sensibilizándolas; obviamente, si hay malformación, resequedad, infección, laceración o trauma se produce la sensación de dolor, algunas veces incapacitante.

Una forma extrema de dispareunia anticipada a la penetración está relacionada con el vaginismo; disfunción en la que por el temor a ser penetrada contrae involuntaria pero fuertemente los músculos perivaginales generando molestias antes de la penetración y dificultando o impidiendo la penetración que puede resultar, además, en molestias durante y posteriores.

Por otra parte, algunas mujeres se resienten durante la penetración, en principio por las mismas razones de malformación, resequedad, infección, laceración o trauma que se exacerban, no con la tumescencia característica de la excitación sino con la fricción, con los movimientos o con la distensión de los tejidos producidos por la inserción peneal.

Por último, también un buen grupo de mujeres presenta quejas frecuentes sobre malestares que asocian como secuelas de una relación sexual.

Las más frecuentes son por ovarios o ligamentos resentidos durante el movimiento sexual o por la fricción y trauma en el introito vaginal o en el orificio uretral o en la misma uretra dando en esta última la sensación de cistitis; así como por la sensibilidad del clítoris posterior a una relación sexual brusca o de extrema excitación localizada.

La vida sexual debe ser plena, responsable, sana y, especialmente, satisfactoria. Cualquier molestia que impida disfrutarla debe ser consultada para superarla tan pronto como sea posible. Consulte con su especialista.