Obvio nadie quiere que su relación termine, pero a veces es inevitable. Las señales suelen ser bastante claras, pero no siempre les ponemos atención. Aceptar que no logramos hacer que una relación funcione es algo devastador y muy difícil de admitir, aunque en ocasiones, simplemente no hay otra manera.

Todas las relaciones cambian con el tiempo y también nosotras cambiamos. Lo importante es que cambiemos al mismo tiempo y en la misma dirección que nuestra pareja, ya que, de lo contrario, la relación no podrá seguir su curso.

No se trata de leer estas señales y terminar las cosas con él, sino de reconocer que hay áreas en las que debes trabajar y hacer un esfuerzo por mejorar en ellas.

No eres feliz. Cuando eres feliz, se nota. Todos te hacen comentarios al respecto y además, tú misma sabes que te sientes más feliz que nunca y que no hay nada que pueda hacerte sentir mal. Lo mismo pasa cuando estamos tristes.

La única diferencia es que a veces es difícil encontrar la razón de nuestra tristeza o incomodidad, y aceptar que tu relación te está haciendo sentir mal es algo muy difícil. Tienes que analizar fríamente tu relación y estar segura de que no te estás conformando con nada. Tienes que estar totalmente convencida de que tu relación te está haciendo feliz. Si no es así, ¿para qué seguir juntos?

Falta de comunicación. Cada quién tiene una manera distinta de comunicarse, pero hay veces en las que tu estilo no combina con el de él. Si ya nunca hablan sobre su relación y no se esfuerzan por solucionar sus problemas, es señal de que hay algo muy mal.

Si quieres cambiar esto, vas a tener que esforzarte por encontrar la mejor manera en la que ustedes (y nadie más) pueden comunicar lo que sienten y lo que piensan.

Ya no pasan tiempo juntos. Esto puede tomarse de dos maneras. Puede que ya no se vean tan seguido como antes y esto esté empezando a afectar su relación o puede que, aun cuando están juntos, ya no se la pasen tan bien como antes. No es lo mismo estar con él y no hacerse caso o distraerse con cualquier cosa, que realmente disfrutar su compañía y esforzarse por platicar y pasar tiempo juntos. La diferencia es sutil, pero se nota al instante.

Ya no es igual. Esta es la causa más sencilla, pero también la más común. Al principio todo era perfecto y eras la persona más enamorada del mundo, pero con el tiempo empezaste a conocerlo mejor y ciertas cosas sobre él ya no parecían tan perfectas. Aquí hay dos opciones.

La primera es rendirse y dejar que las diferencias los separen. Pero la segunda opción requiere dejar pasar las cosas pequeñas, aprender a vivir con ellas y ver el panorama general. No es tan sencillo como suena, pero las relaciones que duran para toda la vida, consisten en ese pequeño secreto. ¿Estás dispuesta a hacer lo necesario?

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