Decirle a tu amado: “Eres mío,” es algo bastante común entre las parejas, pero hoy en día se ha vuelto políticamente incorrecto hacerlo: Cada uno de nosotros es una persona autónoma y no deberíamos pertenecerle a otra persona.

Obviamente, nadie le pertenece a otra persona de forma literal. Pero, ¿podemos hablar de lo que significa este sentido de pertenencia en términos psicológicos?

El término ‘pertenencia’ tiene diversos significados. Dos de los significados más importantes se refieren a ‘posesión’ y ‘aceptación de algo como parte natural’. Si el pertenecer se toma en el sentido literal de ‘posesión’, entonces obviamente está mal dentro de una relación ya que poseer a tu pareja implica ejercer control sobre ellos. Sin embargo, si se entiende en el sentido de ser aceptado como parte natural de algo, tiene sentido dentro de una relación romántica.

La necesidad de pertenencia.

“Toda esa gente solitaria ¿De dónde vienen? Toda esa gente solitaria ¿A dónde pertenecen?” – The Beatles

La necesidad de formar relaciones estables con un número limitado de personas se convierte en un imperativo de mayor importancia. Además, la gente se lo piensa dos veces incluso antes de terminar con relaciones que sean destructivas. La necesidad de pertenecer va más allá de la necesidad superficial de tener interacciones sociales o sexuales. Se refiere a la necesidad de generar relaciones profundas y significativas. Este sentido de pertenencia es crucial para nuestro bienestar. Aquellas personas que no tienen este sentido de pertenencia, sufren niveles mayores de enfermedades físicas y mentales y son más dados a tener problemas de conducta.

Me perteneces, querida.

“Apenas pones un pie en un yate, le perteneces a algún hombre y no a tí misma y te mueres de aburrimiento” — Coco Chanel

Si la necesidad de pertenencia tiene un peso tan importante, entonces la frase ‘me perteneces,’ no puede ser catalogada como una tontería que se ve en las relaciones amorosas. La pertenencia se expresa no sólo en actividades positivas y significativas que las parejas realizan en conjunto sino que también en la actitud negativa que se demuestra ante la violación de esta pertenencia y que usualmente se expresa como celos. El miedo que provoca perder algo que de una u otra forma nos pertenece es tan significativo como la esperanza de generar una forma de estar juntos que sea significativa.

La gente prefiere relaciones en las cuales ambas personas entreguen y reciban preocupación y de hecho, esta mutualidad fortalece la relación. Involucrarse en una relación que no es igualitaria genera que sea más posible llegar a una ruptura y cuando ambas personas se involucran de igual manera en la relación, la posibilidad de que sigan juntos en el futuro aumenta.

Conclusión.

“Aquellos que poseen un fuerte sentido de lo que es el amor y la pertenencia tienen la valentía de ser imperfectos” — Brené Brown

No está mal que uno de los integrantes de la pareja sienta que el otro le pertenece siempre y cuando esta pertenencia se limite a los aspectos psicológicos y el sentido de pertenencia sea mutuo. De hecho, la pertenencia mutua es esencial en nuestra vida romántica, pero debemos pagar un precio por ella. Limita el número de parejas románticas que podemos tener, ya que requiere comprometerse a un nivel superior. Afortunadamente, quienes se aman profundamente no consideran que estas limitaciones sean negativas.