Paul Hudson explica en este artículo por qué solo la persona que amamos o hemos amado alguna vez es la que es capaz de hacernos sentir odio.
Es importante sin embargo, no caer en ese juego de las emociones. Los únicos que perdemos somos nosotros.
Las cosas que nos producen las emociones más fuertes, son casi siempre aquellas que nos involucran directamente. Hay una cosa que nos hace un poco más difícil el poder entender al amor y al odio y es que debido a que son estados de emociones tan elevados, a menudo se sobreponen, por lo que se nos hace complicado diferenciarlos.
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La verdad es que no siempre se puede diferenciar al amor del odio. Las emociones no son a blanco y negro; son más bien como esos cócteles complejos que se sirven en bares moleculares, un montón de ingredientes mezclados para crear una emoción única.
Esto no quiere decir que amamos a todas las personas que odiamos. Pero sí significa que a veces pueda ser el caso. Lo más probable es que el odio pase entre dos personas que se aman, o se amaron alguna vez. Cuando te encuentras en una situación así, la forma en que interpretes esas emociones que estés sintiendo harán una gran diferencia en tu vida.
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Si interpretas ese cóctel de amor/odio principalmente como amor, entonces seguramente aprenderás de la experiencia, crecerás como individuo y continuarás la relación de una forma sana. Si, por el contrario, interpretas esas emociones bajo el odio, entonces probablemente vas a negarte a ti mismo la capacidad de amar y vas a echar a perder las cosas.
Las cosas que sentimos que benefician o perjudican nuestros egos son las que generan este tipo de respuestas emocionales tan intensas. Piense en ello. Amamos a las personas que amamos porque son ya sea alguien a quien nuestros egos quieren o alguien que reafirma nuestro valor propio por amarnos a cambio.
Nos encanta amar porque amar es lo más cercano a desprendernos de uno mismo, por sobre cualquier deseo o anhelo. Nos encanta que nos amen porque nos sentimos mejor con nosotros mismos.
Esto quiere decir que odiamos a las personas porque de alguna forma están hiriendo nuestros egos. Puede que estén en contra de nosotros y nos intenten denigrar. O que estén siendo irrespetuosos o simplemente nos utilicen y se aprovechen de nosotros, menospreciándonos en el proceso. O… puede ser también, que nos estén diciendo algunas verdades que no queremos oír.
Eso es lo que pasa con los egos, parecen tan fuertes y resistentes, pero cuando se ven los primeros indicios de potenciales daños, hacen que salgas corriendo. Para poder amar a alguien profundamente, tienes que dejar que esa persona entre en tu vida, que recorra el camino contigo. Esa persona tiene que conocerte por dentro y por fuera.
El problema con esto es que cuando permites que alguien vea el verdadero tú, a menudo no concuerda con la versión que tienes de ti mismo. Si su versión no es tan espectacular como la tuya, necesitas ser una persona madura e inteligente para no sentirte ofendido.
Todo se reduce a la persona que eres y a la persona que crees ser. La mayoría de las personas, estadísticamente, se niegan a tomar un vistazo de la persona en la que se han convertido. La mayoría de las personas simplemente no quieren saber, o le temen demasiado a lo que podrían tener que enfrentar.
El verdadero problema surge cuando conocemos a alguien y nos enamoramos. Muchas veces, incluso aún en la etapa de luna de miel, la mayoría de las personas no se han señalado los defectos el uno al otro.
Una vez han estado saliendo por un tiempo y se sienten cómodos juntos, tu pareja tenderá a hacerte mostrar una parte de ti mismo que no estás especialmente emocionado de abordar.
La mayoría de las personas se sienten insultadas, atacadas o heridas, incluso a lo mejor responden de forma agresiva. Las cosas se intensifican y el amor que alguna vez sintieron de alguna manera se convierte en odio.
Todo esto, sin duda alguna, se puede evitar cuando seamos lo suficientemente maduros para darnos cuenta que está bien que la persona que amamos nos señale nuestros defectos y debilidades.
No lo están haciendo para herirnos o insultarnos, aunque esto puede variar de un individuo a otro, sino para permitir que nos veamos a nosotros mismos de la forma en que todos los demás nos ven. Es difícil obtener una visión completa de nuestras vidas desde una perspectiva en primera persona, por eso necesitamos a alguien que nos ayude a vernos desde afuera.
En vez de odiar a tu pareja por decirte cuáles son tus defectos, pídele que te ayude a trabajar en ellos para así corregirlos. Si son defectos de verdad entonces tienes que estar feliz de enfrentarlos lo antes posible.
Una relación es una asociación, y las alianzas sólo valen la pena cuando ambas partes están trabajando para mejorar y ser exitosos. Tu instinto puede ser el odiar a aquellos que le hacen daño a tu ego, pero ten en cuenta que nuestros egos no pueden llevar a cabo las cosas que nosotros sí.
No están capacitados para tal complejo razonamiento, sólo dan una respuesta, pero nunca actúan de forma proactiva. Puedes escuchar a tu ego todo lo que quieras, pero a final de cuentas, necesitarás de tu razón para tomar una decisión correcta.
Antes de cortar toda relación con esa persona a la que alguna vez amaste y a quien ahora “odias”, asegúrate de que no sea la mejor cosa que te podría haber ocurrido jamás.