A muchas mujeres se les escucha decir esto con mucha frecuencia e insisten en llamar “gran amor de mi vida” a un amor platónico que pudo haber sido y no fue.
Definamos qué es el amor de mi vida. Decenas de sitios web de preguntas y respuestas, y una breve encuesta entre mujeres coinciden en las siguientes definiciones:
Ese hombre que me hace vibrar y sin quien no puedo vivir
Con quien quisiera pasar el resto de mi vida y no separarme jamás
El que yo siento que voy a amar toda la vida, no importa lo que pase
Junto a quien puedo soportar todo lo que nos pase
El hombre que me hace sentir importante
El que me hace sentir mujer
Mi primer novio (solo se tomaron de las manos; no hubo ni un beso)
Un amor imposible que tuve; nunca llegamos a nada
Mi primer amante (que desapareció del panorama)
El que me satisface en la cama
Estas respuestas y otras más que se escuchan con frecuencia son románticas, emotivas o nostálgicas, con todo respeto muy parecidas a las telenovelas y a los cuentos de hadas.
Por eso hay tantas decepciones y sufrimientos; por confundir el amor firme, real y duradero con las ilusiones o con la nostalgia y la mística de lo que nunca ocurrió o no se estabilizó probablemente porque al tipo no le dio la gana o no te convenía.
A menos que enfrentemos la realidad de que “el amor de mi vida” es el que está conmigo, mientras esté (puede estar meses o toda la vida), me gustó una descripción que encontré porque, a fin de cuentas, las mujeres por románticas que seamos, a la hora de la verdad somos hijas de la seguridad y de la estabilidad.
Aparte de las maripositas en el estómago, el “amor de tu vida” es con quien:
Tienes intereses comunes (amorosos, familiares, educativos, financieros y otros).
Compartes propósitos y prioridades.
Haces realidad los sueños de tu vida, de la suya, y los mutuos.
Tienes una relación de compromiso y confianza.
Enfrentas y resuelves los conflictos individuales y familiares porque él no les huye, sino está dispuesto a manejarlos junto a ti.
Se torna hacia ti en momentos difíciles, en vez de darte la espalda y correr en dirección opuesta.
Compartes admiración y un cariño profundo y firme.
Sabes que ese amor que empezó como flechazo se consolida a diario con la convivencia y siempre te alegra verlo llegar.
Te atreves a hablar porque te escucha y tú le escuchas.
Velas por las necesidades mutuas.
Sabes que los años traen cambios y ambos tienen la madurez y el equipo intelectual y emocional para fluir en los cambios como pareja.
Último, pero no menos importante, disfrutas de una vida íntima plena, tanto a nivel sexual como emocional.
¿Hay formas de asegurarte de quién puede ser el amor de tu vida?
Aprende a amarte a ti misma.
Date tiempo cuando conozcas a alguien. No te lances con prisa al son de los latidos acelerados del corazón.
Desarrolla una relación de respeto, mutua confianza, comunicación y compromiso.
Reconoce tus estándares de una relación de pareja y dilos.
Coteja si amas a la persona o si es que te gustan su afecto y sus atenciones.
Desarrolla intimidad emocional antes de la intimidad física.
Sé paciente y discierne con la cabeza cómo sería convivir con él.
Fuente: The HuffPost