La fuente de energía más poderosa en el mundo es la sexual. El sexo mueve a los seres humanos, a las relaciones, une a dos personas, pero también las separa.

Pensar en el sexo como una conexión espiritual suena extraño o imposible porque la sociedad siempre los ha separado y nos ha enseñado a percibir la sexualidad como algo obsceno, vergonzoso, oculto y sólo necesario para la continuidad de la especie; esto suena exagerado pero es real.

Vacío espiritual

La sexualidad es mucho más que un acto físico, a través de ella somos capaces de compartir sensaciones y energía, pero sobre todo emociones, sentimientos y pasiones. Si la dejamos en una mera expresión física sin ninguna conexión profunda, tarde o temprano terminamos cayendo en un vacío espiritual, soledad emocional y dificultades con la pareja.

Un solo cuerpo y alma

La sexualidad espiritual no se enfoca en ninguna técnica, sino que consiste en orientarnos a disfrutar el placer erótico, a extender la sensualidad, a fortalecer los lazos de intimidad entre la pareja, a ser un mejor complemento para nuestro compañero.