Existen muy pocos casos de historiales de relaciones románticas inmaculados, ya que los casos de rupturas, separaciones o divorcios son numerosos. Muchas veces, a la hora de volver a formar una pareja, las experiencias anteriores son fundamentales para subirle o bajarle el pulgar a un candidato.

“Cuando se forma una nueva pareja, generalmente lo que se busca es algo contrario a lo que ya se tuvo, a lo que ya se vivió. Siempre se trata de conseguir una nueva persona, alguien diferente”, asegura la neuropsicóloga Alicia de la Fuente.

“Sin embargo, y aunque no sean los casos más comunes, pueden darse patrones de repetición, es decir, personas que eligen para una nueva pareja a alguien con características similares a una relación anterior”.

Muchas veces, un fracaso amoroso, y su posterior ruptura puede derivar en un período de “odiar el amor” y un “los hombres/las mujeres son todos/as iguales”.

Y en otros casos, se puede volver a buscar a un “igual” para una nueva relación porque se impone la esperanza de poder recuperar a la persona.

“Cuando un hombre o una mujer, elige una y otra vez para sus parejas a un tipo de adicto, ellos son co-adictos. Inconscientemente saben que la relación está destinada a fracasar, pero igual lo vuelven a escoger, es patológico”, asegura De la Fuente, quien desde hace varios años dirige un taller de terapia ocupacional.

“Una persona que arma estas relaciones conflictivas, muchas veces busca jugar un rol de salvador, cree que puede sanar o recuperar al otro. Pero ellos mismos se convierten en adictos a personas que tienen adicciones. Esta tendencia a la repetición a la hora de elegir puede venir de un mandato familiar, o deberse a que la persona sencillamente no puede elegir algo que la haga feliz”, sentencia De la Fuente.