Conoces a un chico, hablan toda la noche, bailan, se ríen y al final, te pide el teléfono. Empiezan las 24 horas más estresantes de tu vida (sí, porque así somos de dramáticas, sobre todo si el chico te pareció realmente interesante) hasta que parpadea tu pantalla, el tiempo se detiene, contestas es él. Y te invita a salir.
Una nueva historia comienza a escribirse. Tu cabeza da mil vueltas con los detalles, desde qué ponerte hasta el significado de cada punto y coma de los mensajes.
Nos vamos formando una idea de la personalidad de este chico desde el lugar que eligió para la cita y si es puntual y nos abre la puerta o no. Conforme la plática avanza vamos midiendo si le vemos potencial a la historia, si tiene madera para ser nuestro próximo novio y hasta el papá de nuestros hijos.
Al leerlo suena un poco exagerado, pero todas lo hacemos, aunque ninguna lo aceptemos. No pasa nada, esto sólo vive en nuestra cabeza y nuestros sueños.
Termina la cita, se despiden con un inocente beso en la puerta de tu casa o en algunos casos terminas en su cama y él dice “Después te llamo”. Y entonces empiezan las 24, 48, 76, 238 horas más estresantes de tu vida (sí, ahora sí son estresantes en verdad) porque estás pegada al celular preguntándote: “¿Por qué no ha llamado?”.
A todas nos pasa, los chicos se despiden con un “Después te llamo” para nunca hacerlo… y, ¿saben por qué? Porque no les gustamos tanto, así de simple y sencillo, él no está interesado.
Porque si el realmente estuviera interesado te llamaría o te escribiría, por último te hablaría de cualquier cosa por más tonta que sea. Existe el Facebook, WhatsApp o en el peor de los casos un mensaje de texto.
Así que si él no te llama, no te busca o no te habla simplemente deja de insistir, porque la respuesta es simple. Él no está interesado.