No hablamos de ese amor de niños, del compañero del nido que te dio el primer beso, al chico con el que saliste por primera vez y que te agarró la mano en el parque o tu primer novio del colegio.

Nos referimos a tu primera relación seria, a ese hombre con el que iniciaste una historia de amor verdadera. Ese que te volvió completamente vulnerable, que te conocía tanto que a veces te asustaba y con el que pasaste los mejores momentos de tu vida (y quizá los más importantes).

Todos tenemos una historia que es imposible olvidar porque nos marcó. Nos enseñó a madurar y a crecer. Esa persona que se volvió tu compañero, esa parte que te faltaba. Juntos eran más que una pareja, un equipo.

Porque cuando caminaban agarrados de la mano (mucho más grande que la tuya tal vez) sabías que era el único lugar dónde querías estar y te sentías completamente segura a su lado. Cuando lo mirabas a los ojos te veías en ellos y sentías (y sabías) que nadie te conocía mejor que él.

Ese amor no se olvida porque se llevó algo de ti (tal vez lo más importante) y tu te quedaste con algo de él. Pero aunque pase el tiempo sabes que no vas a poder borrarlo y menos olvidarlo.

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