Un aspecto de la investigación que los expertos consideraron como “sorprendente” fue cómo el efecto del gusto de la cerveza es mayor en las personas con un historial familiar de alcoholismo.

El estudio consistió en realizar un escáner a los hombres voluntarios mientras que con un atomizador se les rociaba en la boca pequeñas cantidades de distintos tipos de bebidas.

Los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana compararon los efectos que producía a los participantes cuando se les rociaba en la boca agua o bien bebidas energéticas o su cerveza favorita.

Los resultados mostraron que el cerebro liberaba más dopamina después de la cerveza y que los hombres eran más propensos a decir que tenían ganas de tomar una bebida alcohólica.