Las manifestaciones físicas del orgasmo son claras: se producen pequeños temblores y se contraen el útero y los esfínteres. Sin embargo, ha sido la neurociencia la que ha trazado un “mapa del orgasmo” para alumbrar el verdadero secreto del gozo.

Es que lejos del clítoris, la vagina, los puntos G, A, K, U y todo el abecedario que intenten ubicar en nuestros genitales, el orgasmo se da en el cerebro.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Groningen realizó tomografías por emisión de positrones para analizar el flujo sanguíneo cerebral de un grupo de mujeres mientras llegaba al clímax.

De acuerdo a los resultados de este estudio, se comprobó que durante el orgasmo se produce un descenso notorio en este flujo en la zona orbitofrontal lateral del lado izquierdo del cerebro. Esta sería la llave de la cuestión, ya que no se verificó lo mismo cuando a las investigadas se les pidió que fingieran.

¿Conclusión? La capacidad de relajarnos, desinhibirnos y gozar estaría en esta área de nuestra cabeza.

¿Y ellos?

Que somos distintos, no es novedad. Y esto no podía ser la excepción. El mismo grupo de investigadores descubrió que, si bien hay un patrón similar en cuanto a la respuesta cerebral en ambos sexos, también hay procesos que nos diferencian.

En las mujeres se produce una activación elevada de la ínsula, una zona que se relaciona con la empatía y el procesamiento de sensaciones físicas y que se conecta con la calidad del orgasmo.

En los hombres, en cambio, el área de mayor activación es la sustancia gris periacueductal y que sería la responsable de liberar dopamina tras el orgasmo y elevar el nivel de placer.