La convivencia para muchas parejas, no necesariamente jóvenes, es una alternativa que no quieren incluir en sus planes puesto que para muchos acabaría matando el amor y la magia de la relación, pero ello no debe ser así si incluimos a nuestra vida una serie de hábitos que no terminarían por aburrir a nuestra pareja ni a nosotras mismas.
La rutina: Esta es una causa muy común para que las relaciones amorosas terminen en tiempo récord, no hay nada más lindo que recibir sorpresas no necesariamente en una fecha importante, ni los detalles tienen que ser los mismos. Innovemos y creemos actividades que no nos permitan caer siempre en lo mismo.
La poca tolerancia: Ampliar nuestros parámetros siempre nos viene muy bien para tolerar los pensamientos, deseos y actitudes de nuestra pareja siempre y cuando estos no nos perjudiquen. Usar la empatía para ponernos en el lugar del otro es una buena opción.
La falta de respeto: Es imposible que dos personas puedan vivir bajo el mismo techo si los límites no están bien marcados. Hay que dejar en claro que las palabras y actitudes fuera de lugar deben quedar fuera para el progreso de la relación y hay que cuidar siempre de no cercenar espacios ni aspiraciones para alcanzar la armonía y tranquilidad que necesitamos.
Ser posesiva: Nunca hay que olvidar que por más que tengamos una pareja cada quien tiene un espacio que no podemos invadir y por lo tanto es correcto que él o nosotras pasemos un tiempo a solas con nuestras amigas o con nuestra familia. Hay que compartir a la persona que amamos, pues el hecho de que sea nuestra pareja no quiere decir que seamos sus dueñas.
La poca ayuda: En estos tiempos modernos, las labores domésticas tienen que ser compartidas, en el pasado quedó que sólo las madres tienen la gran responsabilidad de criar a los hijos y mantener la casa impecable. No dejemos que estas ni otras tareas caigan sobre las espaldas de uno solo. No hay nada que no solucione una buena conversación para organizarse.