En un reporte realizado en 1987 por el psicólogo Robert Zajonc, las parejas que en sus inicios no revisten ningún parecido, tras pasar 25 años de matrimonio o convivencia comienzan a desarrollar sutiles rasgos físicos comunes.

Más aún, la investigación asegura que entre más feliz es la relación, más pronunciado será el parecido entre ambas personas, cita el New York Times.

Para comprobarlo, Zajonc ideó un test donde presentó a un grupo de voluntarios una serie de caras sobre un fondo de color negro, pidiéndoles que hicieran pares entre los rostros más parecidos.

Dos docenas de rostros eran de parejas recién casadas, mientras que las otras eran de las mismas parejas pero tras 25 años de matrimonio, cerca de su aniversario de plata. Sorprendentemente, los participantes tuvieron un mayor número de aciertos con las parejas mayores.

El mismo estudio fue repetido en 2006 por científicos de la Universidad de Liverpool, obteniendo similares resultados.

Según el connotado psicólogo, la razón de estos cambios es que al permanecer en contacto estrecho durante un tiempo prolongado, comenzamos a imitar los gestos faciales de la otra persona.

De esta forma, si uno de los esposos tiene buen sentido del humor y le surgen líneas alrededor de su boca, es muy probable que el otro también las genere, cita LiveScience.