Podemos reflejar las similitudes del amor con la borrachera de muchas maneras, pero mejor hacerlo cronológicamente.

Gustos. Cuando empezamos, tanto a tomar como al estar con alguien, es o porque nos atrae y nos gusta la bebida o la persona del sexo opuesto en cuestión.

Ambición. Conforme avanza el tema, empezamos a sentir los efectos, tanto mentalmente como físicamente y le empezamos a tomar el gusto, y ambiciosos como somos los de la raza humana, queremos más, por lo que seguimos avanzando.

Momentum. Ya por la tercera o cuarta copa, o lo que es lo mismo, el tercer o cuarto mes, nos encontramos en el punto donde todo nos sale bien, en el caso de la borrachera, los chistes, las conversaciones, las ocurrencias etc y en el caso de una relación, sentimos que todo va sobre ruedas y que no podemos ser más felices.

Derrumbe. Pero por una extraña razón a veces, y no tan extraña otras veces, se nos viene todo abajo. Algunas veces pasa de repente, de un momento para otro, un minuto estábamos en la mesa con amigos y al otro minuto, sin saber cómo, aparecemos en el baño vomitando, igual que irse a dormir con la pareja y al otro día encontrarse con alguien totalmente desconocido.

Desolación. Y en esos momentos, donde todo se desintegra, donde lo invencible desaparece, donde nos volvemos a sentir vulnerablemente humanos y pisoteados nos encontramos únicamente con el soporte de las amistades, en cualquiera de los dos casos, en el final de una borrachera o de una relación.

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