Es un hecho que en el trabajo hay que validarse y destacar. Pero la sana competencia muchas veces se ve eclipsada por aquellas actitudes, comentarios e incluso complots de algunos compañeros de trabajo, que están dispuestos a todo para opacarte o incluso quedarse con tu empleo.

Para que puedas detectar a tiempo un Judas en potencia, te presentamos los perfiles más comunes de un posible traidor. Si bien es normal que puedan darse algunos de estos rasgos, las señales de alerta se encienden cuando dejan de ser la excepción y se transforman en la regla.

El “Cobra”: es el venenoso. Busca predisponer negativamente a unos con otros, con el lema de “dividir para gobernar”.

Señales para detectarlo:

Tiende a comentarle al compañero los aspectos negativos que sobre él piensan el jefe o el resto del equipo de ti. Ej.: “El jefe encuentra que eres poco proactivo/a”. “Se nota que él/ella te tiene mala”.

Siempre está azuzando. Es carbonero. Ej.: “¿Cómo aguantas eso?” “Yo que tú, le contesto con copia a todos”.

El “Botija”: es aquel que se apodera de las ideas o proyectos de sus compañeros.

Señales para detectarlo:

Siempre está pendiente de las conversaciones o del trabajo del resto. Es fácil sorprenderlo mirando el computador del compañero o escuchando una conversación telefónica ajena.

Para presentar una nueva idea o proyecto, entrega excesiva importancia a su gestión:. Ej.: “A mí se me ocurrió…” “Yo estuve pensando que…”

Frente a una buena propuesta del compañero, sale con comentarios del tipo: “Eso mismo había propuesto yo antes”; “Eso lo vengo diciendo hace tiempo”.

El “Leonardo di Caprio” (el protagonista eterno): es el que quiere brillar frente al jefe o al equipo.

Señales para detectarlo:

Interrumpe excesivamente al resto en una reunión o presentación de trabajo.

Siempre quiere quedarse con la última palabra.

Tiende a denostar sutilmente al otro. Ej: “Está bien lo que tú dices, pero no nos desviemos de lo importante”.

Habla siempre en primera persona, resaltando su gestión. Ej: “Cuando yo estaba a cargo, estas situaciones no sucedían”.

El “Superintendente”: es el entrometido y fiscalizador, pero nadie le ha dado esas atribuciones.

Señales para detectarlo:

Está muy preocupado del horario de entrada y de salida del resto. Ej.: “¿Y a qué hora llegaste?; “¿Qué te pasó que te vas tan temprano?”

Está pendiente del trabajo del otro. Ej.: “¿En qué estás?” (cuando te ve en Facebook); “No te vi en la reunión”; “Te llamé y no estabas”. “¿Terminaste lo que estabas haciendo?” “Tú estabas encargada de este proyecto, cierto?

El “Subrogante”: es quien se autoadjudica la jefatura interina cuando no está el jefe, sin que nadie se lo haya pedido.

Señales para detectarlo:

Muestra una obsesión por estar informado de todo. Ej.: “Cópiame en el mail para estar enterado”.

Asume innecesariamente el rol de líder del equipo. Ej.: “Voy a citar a reunión para saber en qué están todos”. “Ya que el jefe no está, creo que sería bueno organizarnos”.

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