La pasión de Karen por el diseño y la moda se manifiesta desde su niñez, cuando jugaba con carteras desarmándolas, agregándoles piezas y hasta pintándolas, sin imaginar que esos juegos se convertirían en una carrera de bellas colecciones.

En 2003 lanzó su primera colección, en el 2004 su primera exportación a Tokio–Japón a una tienda multimarcas ubicada en Ginza y en 2008 inauguró su primera boutique en Lima, capital del Perú; un país diverso y multicultural con una tradición artística milenaria que se mantiene hasta hoy.

Su mejor amiga en el nido, su mejor amiga en Ancón, su compañera de carpeta en el colegio… Todas eran japonesas. “¿Habré sido japonesita en otra vida?”. Cuando se casó, le dijo a Yabra, su marido, que debían viajar a Japón. Así que allí se encontraban, Karen y Yabra, tocando el timbre de una exclusiva tienda de ropa y accesorios en Tokio. Unos zapatos fulguraban en el escaparate y Karen tenía que probárselos. Era el año 2004.

¿Cuánto calza?, le dijo en un inglés precario, la señorita que los atendió.

Cuarenta, respondió Karen.

¿Cómo? (Los ojos de la señorita se abrieron más de la cuenta.)

En Japón todo es chiquito, cuenta Karen. Y los veían inmensos a su marido y a ella. El caso es que la señorita, “Oh, I’m sorry”, le dijo que no había de su talla. Desde una esquina de la tienda, detrás de un escritorio, Teruo, un japonés con los pelos parados y decolorados, observaba la escena. Yabra, que lo observaba a él, pudo ver que los ojos de Teruo se fijaban en un artículo específico del atuendo de su mujer: la cartera.

La había hecho ella misma: blanca, de pelo de alpaca. Era una de las treinta carteras que había diseñado para su primera colección en 2003. Una de las pocas sobrevivientes, pues en Lima las había vendido casi todas, ya que aún no tenía tienda y todo se movía a través de “radio bemba”. Entonces, Yabra se acercó a Teruo y le dijo, mirándolo primero a él y enseguida a su mujer

Dos días más tarde estaban firmando el primer contrato. Un año después, en 2005, Karen regresó a Japón. Cuando llegó a la tienda, la esperaban reporteros de “Senken” (el principal periódico japonés de la moda y la industria textil) para hacerle un reportaje. En la nota periodística escribieron lo siguiente: “Tienes que esperar tres meses por una cartera hecha a mano”. Había muchas clientas que esperaban. Y esperan, pues las exportaciones al Japón siguen hasta hoy.

Rusia, México, Venezuela, España y Chile fueron otros países en los que Karen vendió sus carteras, antes de abrir, en 2009, su tienda en San Isidro. Pero donde tiene mayor éxito es en Japón.

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