La creación de Valentino, también invitado a la boda, se conoció cuando Magdalena entró en la iglesia del brazo de su padre, el rey Carlos Gustavo. La novia, una de las princesas más bellas de Europa, estaba si cabe, aún más guapa que nunca.

El diseñador italiano creó un diseño de organza en seda plisada con encaje de Chantilly en color marfil, según la descripción dada por la Casa Real sueca, si bien a la vista resulta más blanco que marfil.

En la parte superior del cuerpo y en las pequeñas mangas, el encaje tomaba protagonismo mientras que el escote barco se pronunciaba un poco más en la espalda. Pequeños pliegues verticales se abrían en la falda lo que hacía resalta la cintura y el bajo estaba rematado con un amplio volante.

El vestido concluía con una cola de cuatro metros cubierta por un velo también de organza de seda rematado con pequeño encaje de flor de azahar y point d’esprit.