Cuando estamos a punto de casarnos llegamos con toda la ilusión del mundo de compartir día a día con la persona que amamos, sin embargo, el paso del tiempo junto a la rutina puede desgastar la relación tarde o temprano.

Una mujer casada publicó en el portal Coffee + Crumbs las lecciones que aprendió del romance después de un año de citas con su esposo. Aquí te la compatimos:

“La mañana de navidad me senté en el sofá en pijama, tomaba cacao caliente en mi taza favorita, mientras veía a mi esposo abrir su último regalo. Él miró con mucha curiosidad la caja marrón antes de sacar de ella 12 pequeñas tarjetas que contenían, cada una, la fecha de una cita.”

“Verán, el 2013 fue nuestro primer año como padres. Fue el año que menos dormimos y que más discutimos. Reanalizamos nuestros roles en la casa una docena de veces y cambiamos más de 2,500 pañales (aproximadamente).”

“También fue el año en que nos olvidamos de las salidas nocturnas.”

“Bueno, nos olvidamos en sí de salir. Era bastante triste, la verdad. Teníamos una larga lista de excusas. Que estábamos cansados, que odiábamos contratar niñeras, que no teníamos ganas, que estábamos muy ocupados. ¿Mencioné que estábamos cansados?”

“Dejé que toda la culpa recayera en mi esposo. Quería que me presionara. Quería que me diera una razón para vestirme. Yo, yo, yo. Pobre de mí. Era fácil amargarme, hacerme la víctima y quejarme hasta ponerme azul.”

“Constantemente me quejaba diciéndole “¡Ya nunca planeas salidas conmigo!”.”

_“Mi mentalidad de princesa no me estaba ayudando y un día finalmente me di cuenta: soy la planificadora de la familia. La que colecciona calendarios y listas de cosas por hacer- y que organiza las vacaciones un año antes de que ocurran. Mi esposo es mucho más espontáneo. Crear grandes momentos es mi forma de expresar amor, no la de él. ¿Por qué me quedaba en nuestro dormitorio sintiendo resentimiento contra él por no planear citas cuando yo misma podía hacerlo?

Constantemente me quejaba diciéndole “¡Ya nunca planeas salidas conmigo!”.”_

_“Mi mentalidad de princesa no me estaba ayudando y un día finalmente me di cuenta: soy la planificadora de la familia. La que colecciona calendarios y listas de cosas por hacer- y que organiza las vacaciones un año antes de que ocurran. Mi esposo es mucho más espontáneo. Crear grandes momentos es mi forma de expresar amor, no la de él. ¿Por qué me quedaba en nuestro dormitorio sintiendo resentimiento contra él por no planear citas cuando yo misma podía hacerlo?

Así que la Navidad pasada planifiqué 12 citas para realizar a lo largo del 2014. Ninguna de nuestras citas fue extravagante o demasiado cara. Ese era el punto. Simplemente eran mejores que una noche de Netflix y helado. Usamos ropa linda y yo a veces hasta brillo labial. Y estuvimos así por un año entero. Una vez al mes dejábamos la casa juntos, sólo nosotros dos.”_

“Nos tomábamos de las manos en el auto. Coqueteábamos en la cena. Compartíamos dulces en los cines. Y para ser completamente honestos, no pasaba nada extraordinario. No nos volvimos a enamorar como si fuese la primera vez ni corrimos en cámara lenta por campos de flores mientras de fondo sonaba música melosa. Esa no era la idea de tener un año de citas.”

“El año de citas se traba sencillamente de volver a salir de noche. De tener el tiempo de estar el uno con el otro sin tener a nuestros bebés entremedio. De tener conversaciones de adultos, brillo labial y pantalones decentes, y cenas que no involucrasen asientos para niños. De hacernos el espacio para soñar y reírnos juntos, decirnos secretos y tomarnos de las manos.”

“Se trataba de recordarnos a nosotros mismos que si bien amábamos a nuestros niños, nos amábamos el uno al otro desde antes.”

“No todas las citas resultaron perfectas. Una de ellas terminó en una pelea. Unas cuantas de las salidas aventureras tuvieron que ser acomodadas debido a mi largo embarazo. Pero mientras nos acercamos a completar el año puedo decir con total honestidad que estoy orgullosa de nosotros por llegar hasta el final. Salimos una vez al mes por todo un año –un compromiso que, a ratos, puede volverse muy pesado.”

“El año de citas fue una forma de practicar la disciplina. Puede que eso no suene muy romántico pero he aprendido que cuando tienes niños pequeños que constantemente reclaman tu atención, debes tener una disciplina que te permita crear espacio para el romance. El matrimonio no es cosa fácil, y las citas no son la excepción, pero si hay algo que sé con seguridad es esto: el tiempo que inviertes en tu matrimonio siempre es tiempo (¡y dinero!) bien invertido.”

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