“Sé que está preocupado por su hija porque está con un tío que va en moto, dando bandazos a 200 por hora, a toda ostia…porque no quiero enterarme de lo que pasa a mi alrededor. “

Pero un día aparece alguien que te dice que aflojes, y cuando aflojas, te das cuenta de las cosas; te das cuenta de los pequeños detalles. Que detrás de esas copas, hay un trofeo; que está sonando mi canción favorita, y que Rosana se iría ahora mismo con usted al fin del mundo.

Bueno, señoras y señores… algo así me pasó hace poco: Estaba sentada en la banca de un parque. Decidí seguir el consejo de un gran amigo para (intentar al menos) aliviar (aunque sea un poquito) el estrés. Resulta que cuando tienes el síndrome “yo puedo con todo el peso del mundo en mi dedo meñique” #ClarkKentWannabe, llega un momento en el que, quieras o no, te caes (o se te rompe el dedo).

Te caes y con la fuerza/el desastre de 300 tropiezos. Es inevitable… como diría el proverbio japonés “Hasta los monos se caen de los árboles” y yo no soy ni “Tarzán” ni el “Rey Mono” como para hacerme la loca; me saqué la M de #CompletaLaFrase…

Decidí, después de casi tres meses sin detenerme, darme un par de horas para simplemente hacer “nada”. Nada que tenga algún objetivo en especial, simplemente… disfrutar. #DolceFarNiente (En español, sería algo así como – no hay una definición exactita, ya busqué por si acaso – “Relajarse sin hacer nada”)

Cuando por fin logré dejar de pensar en todo aquello que me estresaba (Gracias a mis audífonos), empecé a entender a “H”. Cuando de pronto “aflojé”, me di cuenta de que aquello que le dijo al papá de “Babi”, es más cierto de lo que parece; a veces, vamos tan rápido, que olvidamos apreciar los detalles del camino (en mi caso, del parque y sus alrededores):

-Parejas enamorándose.

-Escuchar a un niño de aproximadamente 10 años gritar “GOOOOOOOOL” y hacer un baile de celebración… mientras jugaba fútbol con sus amigos.

-Bancas viejas de algún parque, que sostienen los recuerdos de una gran historia de amor o de alguna borrachera #Remember.

-Un señor que alimenta a los pajaritos, sin que le paguen ni un céntimo (y lo hace con una gran sonrisa en el rostro).

-Un bebé a lo lejos, dando sus primeros pasos y los ojos brillosos de su mamá.

-Lo bonito que se siente escuchar a la gente reír.

-Un niño con una escoba, imaginando que es “Luke” #MayTheForceBeWithYou

-Una pareja de ancianos caminando de la mano.

-Una niña recogiendo una botella de plástico y echándola al tacho de basura.

-Un tipo sonriendo mientras veía su celular (imagino, que habrá recibido algo bonito).

-Una mujer llegando de viaje (lo supe por las maletas) y abrazando a su familia (al parecer, después de mucho tiempo porque escuché gritos y risas de felicidad, además de que pude visualizar a la que parecía ser su mamá, llorar).

-Perros corriendo y jugando libremente.

-El conductor de una 4×4, dándole pase a un taxista.

-Gente desconocida, dándose las buenas tardes y una sonrisa.

Al final, cuando me di cuenta de que mis manos estaban heladas y de que mi resfriado definitivamente iba a empeorar #Tamare, algo en mí reaccionó; algo me hizo entender que nada vale lo suficiente como para no dejarme disfrutar mi vida; de que al final, sobreviví a mis exs; de que no me morí por ese examen que jalé, y por el cual tomé como 2 botellas de agua de azar #NoEsBroma; de que esa profe que me “odiaba”, en realidad no lo hacía; de que los insultos que recibí, no son nada más que muestras de envidia y descontrol de la gente que me los lanzó y no, no son verdad.

De que esa chamba que no conseguí, no era tan buena como la que tengo ahora; de que todo aquello que me pasó, me hizo la mujer que soy hoy en día; de que tengo la dicha de estar viva y de poder transmitirles esto; de que ustedes también pueden transmitírselo a los demás.

Llega un momento en nuestras vidas, en el que tenemos que aprender a soltar, a dejar ir todo ese rencor, estrés, decepciones, miedos, traumas, y simplemente… hay que dejarnos contagiar por esos detalles que no percibimos por andar más preocupados en no prestar atención; por estar con los ojos cerrados siguiendo una multitud.

Entendí, que el mundo estaría incompleto sin mí, pero que tomarme un tiempo para mí misma y disfrutar de esos detalles tan bonitos que a veces olvido que existen, no me hace una mujer mediocre o conformista; me hace feliz.

Hay algo mágico que sucede en nuestro interior cuando nos dejamos llevar por la vida y no por los dogmas ni por lo que la gente espere o quiere de ti. Tenemos que empezar a valorar (más) todo aquello que nos hace sonreír.

Creo que todos merecemos algo mejor que simplemente seguir adelante sin mirar a nuestro alrededor, por miedo a perdernos. Creo que merecemos disfrutar el camino, el paisaje y sus detalles. Creo que deberíamos valorar más nuestro bienestar y compartir el mensaje con aquellas personas que también tienen el síndrome “yo puedo con todo el peso del mundo en mi dedo meñique” #ClarkKentWannabe, porque creo que mientras más tiempo pasemos sin darnos cuenta o saber hacer pausas, más fuerte es la caída.

Al término de mi “momento”, regresé a casa. Es cierto que mi resfriado está más vivo que nunca, pero tengo el corazón fresco y feliz; a la mierda el resfriado.