“¿Ya terminaste de hablar? Ok. Ahora me toca a mí, por favor no me interrumpas. Te cuento que hay algo en lo que no te equivocas: esta vez, será distinto. No, no sonrías, aún no he terminado.

He estado esforzándome mucho todo este tiempo para volver a ser yo misma, dejar de creer que soy una extensión de ti, y darme cuenta de que soy totalmente independiente y que no te necesito para ser feliz. Me dices que estuviste equivocado, que no supiste valorarme, en eso… estoy de acuerdo contigo.

Según tú, en tan sólo unos días/semanas… has cambiado. Dices que ahora, de pronto, en ese “corto” tiempo, te desarrollaste y ya no eres la versión bamba de Christian Grey, dices que ahora… estás totalmente estable en todo sentido y que se generó en ti, un cambio evolutivo. Dices que ya no me compararás con nadie más, que me aceptas tal y como soy y que te has dado cuenta de que me amas y que soy la mujer para ti…

Me has dicho todo lo que quiero escuchar, muy bien hecho, gran estrategia. Pero seamos sinceros y dejemos de lado un poco las ansias del tan ansiado (y rico) sexo que usualmente teníamos cada vez que nos reconciliábamos.

Lo que tú y yo tenemos, hoy en día… no es nada más que miedo. Miedo a quedarnos solos. Miedo a no encontrar a alguien más que nos hagan tan o más felices de lo que fuimos. Miedo a quedarnos divididos por la mitad, aunque tú y yo no seamos “la media naranja” del otro. Miedo a que no haya algo mejor y por lo tanto, lo “mejor” supuestamente sería: conformarnos tal cual estamos ahora, siendo totalmente mediocres emocionalmente.

Aceptémoslo, nos cagamos de miedo.

Esta vez es diferente, te lo dije en un principio, y ahora… te diré por qué:

Me rehúso a pensar que debo conformarme “esto” que tenemos. Me rehúso a pensar que debo conformarme contigo, porque aún no he sentido algo más fuerte por otra persona. Me rehúso a quedarme cuando tengo tantas razones para irme. Me rehúso a volver a cerrar los ojos, cuando me muero por tenerlos abiertos y vivir.

Me rehúso a fingir que soy lo que tú quieres que yo sea. Me rehúso a seguir escribiendo una historia que sé que no es lo suficientemente buena. Me rehúso a ser mediocre “de corazón” y a quedarme en esta relación, así, destruida, sólo por temor a no poder tener algo mejor. Me rehusó a volver contigo, sólo porque te diste cuenta de cuánto valgo. Me rehúso a obligarme a mí misma a darte una oportunidad, cuando ya desaprovechaste todas. Me rehúso a comer basura, sólo porque tengo hambre.

Querido ex, es hora de que uno de los dos sea lo suficientemente fuerte como para poner el punto final. Sigue adelante, yo haré lo mismo. Merezco darme a mí misma la oportunidad de ser feliz y hacer historia, sin ti.”