El cineasta , uno de los ídolos de por su etapa en el elenco inglés de comedia , recordó al fallecido actor como la persona más divertida que conoció.

“El tipo más asombrosamente divertido, un profundo y tonto milagro de mente y espíritu. Tenía un corazón gigante, fue un amigo luminoso, un regalo de los dioses. Ahora los bastardos han decidido llevárselo. ¡Que se jodan!”, escribió en su el realizador que dirigió al intérprete en El barón de Münchausen y El rey pescador.

Por la segunda película ganó un Globo de Oro como mejor actor de comedia y fue nominado en 1991, por tercera vez en cinco años, al Óscar en la categoría Mejor actor. El papel que interpretó fue el de un profesor de Historia enloquecido por el asesinato de su esposa que busca el Santo Grial en Nueva York.

En la historia sobre el fabulador barón apareció brevemente como el rey de los selenitas cuando el héroe viaja a la Luna. Del chiflado monarca encarnado por el artista solo se ve su cabeza parlante. Fue el punto más disparatado de la unión de Gilliam y Williams, dos genios de la comedia.