El arremetió contra la , a la que llamó “inhumana” y “anticristiana”, y pidió a las instituciones y a los gobiernos a que se comprometan con sus víctimas.

“Cuando una familia no tiene para comer porque debe pagar su préstamo al usurero, no, eso no es cristiano, ¡eso es inhumano!”, dijo el sumo pontífice al dirigirse a la audiencia general semanal en la que estaban unos 3.000 voluntarios que trabajan en fundaciones encargadas de la lucha contra la pobreza.

La usura consiste en conceder préstamos con unas tasas prohibitivas, de manera que el deudor no pueda reembolsarlas, da un temible poder al acreedor, que puede obligar a su deudor a cederle sus bienes o a cometer acciones criminales por él.

El problema es generalizado entre los más pobres de los países de Sudamérica, pero también existe en Italia. “Es una herida social”, denunció el Papa, “una dramática plaga social que hiere la dignidad de las personas”.

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