“Leyenda de un trompetista”, del poeta y narrador Julio Benítez, es un mosaico literario que germina en distintos contextos removiendo en cada escenario los claroscuros de la vida cuando un cubano de nacimiento habla desde el exilio. El libro descorre la intimidad de un paisaje y la trama humana con un alto contenido emotivo el cual recorre los pasadizos del alma y la tierra en simultáneo. Cuentos como “La noche de San Joaquín”, “El festín de los olores”, entre otros relatos caminan mas allá del espectáculo cotidiano y hacen que la lectura sea el fruto que el paladar necesita.

1. ¿Cuál fue el estadio anímico al escribir “Leyenda de un trompetista”? El título en sí no traduce el contenido del texto, pero no deja de ser interesante el lenguaje coloquial con que se aborda la lectura, aunque los tonos en los distintos cuentos son un tanto grises, explícanos por qué.

Bueno. En primer lugar, lo de leyenda tiene que ver con los rumores que circulan alrededor de este personaje. En cuanto al tono gris, tal vez no lo entiendo bien. Si te refieres a ese concentrarme en los argumentos, muchos de ellos sin el color brillante que en ocasiones da vida a un entorno, un ambiente, te diré que están basados muchos de ellos en hechos reales y en situaciones adonde la frustración llena mucho de la narración. El lenguaje coloquial es intencional. Es una forma de expresar cómo alguien cuenta una narración oral. No siempre fue a propósito; pero es lo que se dio.

2. ¿Podría denominarse esta historia como una compilación escrita desde el exilio? ¿Cuánto tiene que ver al redactar el libro el hecho que no te encuentres en tu tierra natal?

Estas historias para ser más precisos son una compilación adonde aparecen tres cuentos que fueron originalmente escritos en Cuba. No tenía en ese entonces la perspectiva actual, de norteamericano de origen cubano porque la mayoría de mi obra ha sido escrita en los Estados Unidos y me he ido separando de la matriz no porque obvie mis raíces sino porque tengo otras perspectivas, un oficio que se profundizado con las fuentes, que se mezcla en mis historias y en mis novelas también. Definitivamente, al vivir fuera de Cuba no tengo censura para con lo que escribo. La mayoría de esas historias probablemente no las hubiera producido allá en mi isla hermosa.

3. ¿Cuáles son tus pretextos para escribir, dónde hallas inspiración y qué te desagrada del oficio?

Mis pretextos para escribir son varios. La realidad que me rodea o que conocí pudiera ser; pero temas como la creación me vienen por ese interés en indagar lo que hacemos aquellos que escribimos. A ello se une la ficción que me permite crear mundos que son muy cercanos a la realidad pero que salieron de mi propia fantasía y mi oficio. Me encanta escribir historias, te diría que me apasiona. A veces quiere uno lanzar un mensaje y entonces viene el cuento, no como ejemplo al modo del conde Lucanor; pero sí para ilustrar un tema. Me desagrada del oficio, la subvaloración del mismo, la posición elitista de las grandes editoriales que no apuestan a nuevos talentos. También me gustaría agregar que puede ser frustrante cuando no encuentras la palabra precisa o el modo de decir que sea propiamente literatura.

4. ¿Qué es lo que quisieras trasuntar a través de tus historias?

Quisiera trasuntar dramas del ser humano o también por qué no sembrar la ironía para que los dolores, las experiencias, mis vivencias y las que otros también tienen se vuelvan ese material literario en que juzguemos el mundo que nos ha tocado vivir.

5. ¿Cómo desligas el tono subjetivo cuando el tema en un cuento como “El festín de olores” obliga a tener buena muñeca para manejarlo?

El hecho de que yo haya escogido en la narrativa un tono irónico, o coloquial como en varios casos, me permite manejar con una buena dosis de imaginación un tema tan espinoso como los efluvios corporales mezclados con el amor y la ideología. Puede ser repulsivo para algunos; pero cuando usé la primera persona es porque quería relatar ese conflicto desde alguien enamorado, joven y divergente de sus padres y adultos más recalcitrantes.

6. En tu narrativa como en el cuento que encara esta antología “Leyenda de un trompetista”, la herramienta (el secreto) nos deja una pena en el alma. ¿Es acaso parte de tu estructura narrativa?

Lógicamente, en ‘Leyenda de un trompetista’ hay una tragedia que trato de manejar con pinceladas de humor pero que fundamentalmente son eso un deje de pena en el corazón como dices y como escribo hoy desde mi espacio en el lado de este nuevo país me permití inventar una vida, un momento trágico de ese hombre que pudo ser otro u otros muchos. No sé; pero creo que sí, que el secreto no puede entenderse como un desprecio a la condición de ese hombre sino que es un tributo a personas como él y otros que sufrieron en mi país de origen los abusos e incomprensiones del sistema. Llamaste herramienta al misterio detrás de la historia. Lo he usado varias veces. Creo que me ha funcionado.

7. “El juicio del Papiro” es un cuento recomendado, con un buen principio y mejor desarrollo. Aborda una temática peliaguda que al final da por resultado un colofón digno de mentes intolerantes. ¿Por qué incluir un cuento en una antología tan distinta en orientación y géneros?

Inicialmente no estaba. Decidí incluir un par de historias que había escrito en Cuba. Fue escrito hace más de veinte años a diferencia de la mayoría que fueron creados en años más recientes. Estaba el trompetista y ahora necesitaba que Papiro, la víctima de ese cuento estuviera presente. No me interesan mucho las equivalencias estilísticas, aunque reconozco que tal vez se sale de tono. Lo han puesto en antologías e incluso algún crítico consideró que este cuento es uno de los iniciadores de ese tema del homosexual abusado, discriminado. Es difícil porque si eres heterosexual, asumes un riesgo de que te motejen de esto o lo otro. También fue difícil para mí su conclusión. Hubiera sido fácil que todo saliera bien; pero necesitaba jugar la carta de la sorpresa que efectivamente asume que un intolerante puede ser el ganador.

8. ¿Trece historias tal vez se condice con alguna clase de creencia cabalística?

Yo he usado la cabalística en mi novela más elogiada: La Reunión de los dioses. Más precisamente la numerología y la cábala que se relacionan y complementan, como bien sabes. Pero ese interés mío por incluir elementos de la cábala salió de manera inconsciente. Bueno, al menos eso creo. Tenía que entregar ese libro a Palibrio y terminé con trece cuentos.

9. ¿Finamente qué le dirías a tus lectores?

Uno escribe para ser leído. Les pido que lean más, que no se dejen manipular por el facilismo de géneros menores, de pequeños párrafos de Facebook, o algún que otro blog. Quiero que me lean, claro porque hay cosas que uno trata de decir y necesita el balance del lector. No hay un escritor sin lector.


Maritza Luza Castillo es una periodista y escritora peruana que ha colaborado con diversos medios y revistas literarias. Sus poemas han aparecido en antologías publicadas en España, Italia, Argentina, República Dominicana y otros.