Bernardo Montoya, el asesino confeso de la joven profesora Laura Luelmo en Huelva, España, declaró frente a la Guardia Civil y narró con detalles como fueron sucediendo los hechos hasta el trágico desenlace.

El testimonio, recogido por múltiples medios españoles, precisa la forma en la que Bernardo Montoya engañó a Laura Luelmo para dirigirla a un “callejón sin salida”, golpearla, raptarla, “intentar” abusar sexualmente de ella “mientras que se encontraba inconsciente” y abandonarla cuando aún “estaba viva”.

Aquí la confesión de Bernardo Montoya antes las autoridades:

La chica salió de su casa y se me acercó a preguntarme algo. Yo estaba sentado en una silla en la puerta de la mía, que están frente a frente. Ella me dijo: ‘Hola vecino, oye sabrías de algún supermercado por aquí? Es que soy nueva’”, señaló el agresor.

“Yo le respondí: ‘Claro, mujer’, y le di una dirección. La engañé porque la mandé a un callejón sin salida donde no había supermercado ni nada.

En cuanto se alejó un poco yo corrí a por mi coche. Me monté y dando un rodeo llegué primero al callejón. Allí esperé a que llegara. Cuando la chica apareció en el callejón sin salida, se quedó como sorprendida y me preguntó: ‘¿Qué haces aquí?’ Y mirando hacia los lados dijo: ‘¿Y dónde está el supermercado?’

Entonces sin decir palabra, la agarré y golpeé con violencia su cabeza contra el maletero de mi coche. Quedó inconsciente en el suelo. Tenía una cuerda en el vehículo y aproveché un trozo para atarle las manos a la espalda”, continuó Bernardo Montoya.

“La metí en el maletero del coche y la envolví en una manta con el propósito de agredirla sexualmente después. Conduje hasta el lugar donde la encontraron.

Al llegar, la desnudé de cintura para abajo y traté de violarla, pero a pesar de que ella estaba inconsciente no lo conseguí. Lo intenté pero nada. Juro que al final no la agredí sexualmente.

Luego me asusté. La saqué del coche y la trasladé como pude hasta la zona de las jaras. Y me fui corriendo, pero juro que cuando yo la dejé allí, ella todavía estaba viva.

Me fui corriendo. Llevaba en el coche las zapatillas de la chica y el teléfono. De regreso a casa tiré el teléfono en un contenedor y unos minutos después las zapatillas en otro contenedor.

Llegué a casa e intenté dormir, pero no lograba conciliar el sueño. Así que decidí salir a andar. Salí de casa a dar un paseo.

Los días siguientes iba a ver a gente, a conocidos, a amigos y luego regresaba a casa, hasta que un día vi a la Guardia Civil. El sábado por la tarde traté de entrar en mi casa, pero estaba allí la pareja de la Guardia Civil.

Al verles, salí corriendo para no volver”.

La desaparición de Laura Luelmo motivó numerosas misiones de búsqueda hasta la mañana del lunes, cuando se encontró el cuerpo en unos matorrales de El Campillo, ciudad a la que se había mudado pocas semana antes tras conseguir un trabajo como profesora.