El Gobierno de Cuba anunció hoy una serie de cambios en su política migratoria, destinados a facilitar las visitas a la isla de la diáspora cubana y agilizar la obtención de la ciudadanía de los hijos de cubanos nacidos en el exterior, en un intento de “abrir” el país ante las tensiones con Estados Unidos.

El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, hizo el anuncio durante un acto en Washington, en el que presentó las medidas como un contraste con la reciente decisión del Gobierno de Donald Trump de recortar su personal diplomático en La Habana y suspender la emisión de visados desde allí para los cubanos que desean viajar a Estados Unidos.

“El Gobierno de Estados Unidos cierra, y Cuba abre”, dijo Rodríguez en el acto de clausura del IV Encuentro de Cubanos Residentes en Estados Unidos.

Las medidas que anunció Rodríguez entrarán en vigor el 1 de enero de 2018, e incluyen la eliminación del requisito de “habilitación” del pasaporte para los viajes a Cuba de los emigrados cubanos.

Ese trámite, que consiste en la obtención de un permiso de entradas múltiples a Cuba con validez indefinida, demoraba o entorpecía muchas visitas a la isla, y su erradicación era un viejo reclamo de la diáspora cubana.

En segundo lugar, el Gobierno cubano eliminará “el requisito de avecindamiento”, para que “los hijos de cubanos residentes en el exterior, que hayan nacido en el extranjero, puedan obtener la ciudadanía cubana y su documento de identidad”, según precisa un comunicado de la Cancillería de Cuba.

Ese requisito exige actualmente que los hijos de cubanos nacidos en el exterior pasen al menos 3 meses en Cuba para otorgarles la ciudadanía, un trámite que a partir de enero podrán solicitar desde el consulado cubano en su país de residencia o desde la isla, sin necesitar un tiempo de espera previo, según fuentes oficiales.

El Gobierno cubano también permitirá, agregó Rodríguez, la entrada a la isla “de los ciudadanos que salieron ilegalmente del país, excepto aquellos que lo hicieron a través de la base de Estados Unidos en Guantánamo”, un cambio que quizá podría favorecer a los desertores, aunque La Habana no ha dado detalles al respecto.

Por último, se autorizará “la entrada y salida a Cuba de ciudadanos cubanos residentes en el exterior en embarcaciones de recreo, a través de las Marinas Turísticas Internacionales Hemingway y Gaviota-Varadero”, de acuerdo con el comunicado de la Cancillería.

Las medidas buscan “dar continuidad” a las adoptadas en enero de 2013, cuando el Gobierno de Raúl Castro anunció una reforma migratoria que suprimió históricas restricciones que limitaban las salidas de los cubanos al exterior, según la Cancillería.

“El Gobierno de Cuba continuará estudiando nuevas medidas de actualización de su política migratoria”, agrega el comunicado.

En la práctica, las medidas podrían ahorrar recursos al “desmantelado” consulado cubano en Washington, el único que Cuba tiene en todo Estados Unidos y que, por decisión del Departamento de Estado, ha quedado “en condiciones totalmente precarias, con un solo” funcionario consular, según recordó Rodríguez.

El canciller reconoció hoy que esa situación “tiene un impacto negativo en los servicios consulares y dificultará los viajes” a la isla “de los cubanos residentes en Estados Unidos”.

El Departamento de Estado ordenó a comienzos de este mes la salida de 15 funcionarios de la embajada de Cuba en Washington, una medida que afectó a dos tercios del personal de la legación y que Estados Unidos justificó por su voluntad de “nivelar” la capacidad de trabajo de su misión en La Habana con la de la cubana en EEUU.

Unos días antes, Washington había ordenado la retirada de la mayoría de su personal en la embajada en La Habana, suspendido los trámites consulares que no fueran de emergencia y recomendado a los estadounidenses que no viajen a la isla.

La razón oficial fue el misterio que aún rodea a los presuntos ataques sónicos que sufrieron al menos 24 diplomáticos estadounidenses en La Habana, y que supuestamente les causaron síntomas como pérdida de audición y problemas cognitivos.

El Departamento de Estado no ha culpado por ahora al Gobierno cubano por lo ocurrido y asegura desconocer “qué o quién” provocó esos incidentes, pero sí ha acusado a La Habana de no haber cumplido con su obligación de garantizar la seguridad de los funcionarios estadounidenses en su territorio.

Rodríguez tachó hoy de “totalmente falsos” los supuestos ataques sónicos, que su Gobierno también ha estado investigando, y denunció que se “está produciendo una manipulación política destinada a dañar las relaciones bilaterales”, ya debilitadas tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump en enero pasado.

(Fuente: EFE / Lucía Leal)

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