Tras la protesta de 1,5 millones de personas contra su Gobierno, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció medidas de lucha contra la corrupción y la impunidad.

Entre las políticas anunciadas se encuentran la penalización de fondos mal habidos para financiar campañas electorales, la incautación de activos a personas culpables de corrupción y la exigencia de que los funcionarios del Gobierno no tengan antecedentes penales.

“Este es un paso decisivo para ampliar la capacidad y la autoridad del Gobierno con el fin de evitar y combatir la corrupción y la impunidad”, subrayó Rousseff, cuya popularidad se encuentra en su punto más bajo, incluso en los sectores pobres que la apoyaban.

El ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, había anunciado que las políticas se establecerán en los próximos días en respuesta a la manifestación de la multitud, la más grande de la historia del en democracia.

“El Gobierno está atento y dispuesto, como siempre estuvo, a escuchar la voz de las calles. Por esto se anunciará en los próximos días un conjunto de medidas de combate a la corrupción y a la impunidad. Estamos abiertos a escuchar propuestas, tanto de los que defienden al Gobierno como de los que lo critican”, manifestó.

El titular recalcó que Rousseff quiere impulsar una profunda reforma política que prohíba que las empresas financien a candidatos o partidos en campañas electorales.

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“Es necesario un cambio en nuestro sistema político-electoral, que a nuestro juicio es la puerta de entrada principal para la corrupción. No es posible seguir con los financiamientos de empresas a las campañas electorales: hay que cerrar de inmediato esta puerta de entrada para la corrupción”, añadió.

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