La clara victoria este domingo en las elecciones presidenciales de Brasil de Jair Bolsonaro es la confirmación de una ascensión fugaz de uno de los políticos más polémicos del país, famoso por sus posiciones extremistas en varios asuntos y que ha logrado convencer a buena parte del electorado brasileño.

El resultado de este domingo, en el que Bolsonaro ha obtenido el 46 por ciento de los votos, confirma lo que las encuestas venían prediciendo desde hace unas semanas, una cómoda victoria de en la primera vuelta, aunque insuficiente para ser proclamado presidente, por lo que tendrá que verse las caras, el próximo 28 de octubre, con Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

Bolsonaro ha logrado unir sectores bien distintos entre sí alrededor de una idea: el antipetismo, la animadversión contra el PT, que gobernó Brasil entre 2003 y mayo de 2016, de la mano de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.

“Hay una idea de cansancio general en la sociedad brasileña sobre los políticos y la corrupción, y hay el deseo de un retorno a lo que podría llamarse sentido común, que encarna Bolsonaro con su discurso de valores tradicionales y anticorrupción”, explicó a Xinhua Marcia Dias, profesora de ciencia política de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro.

Pese a su rápida ascensión, Bolsonaro no es ningún desconocido de la política brasileña: desde el 1 de febrero de 1991 es diputado federal en el Congreso Nacional, donde ha protagonizado sonadas polémicas con sus declaraciones.

“Aunque lleva mucho tiempo, se podría decir que su presencia en la Cámara de Diputados es prácticamente irrelevante. En todos estos años, apenas tiene tres proyectos aprobados, completamente irrelevantes. Pero sus polémicas y posiciones radicales en muchos asuntos lo han mantenido en el centro del debate y lo convirtieron en una figura pública habitual, algo que ha sabido aprovechar muy bien”, comentó el analista político Rubens Figueiredo.

Bolsonaro ha logrado en estas elecciones captar el voto antiPT y lograr alianzas con la poderosa iglesia evangélica, de gran influencia en el país, y el sector rural.

“Hay un desencanto muy grande de la población con la corrupción. Los catorce años y medio de gobierno del PT estuvieron marcados por casos de corrupción que han desgastado a la sociedad, cansada de tantas irregularidades”, resaltó Dias.

Recientemente, el analista político Diogo Costa, responsable por el programa de gobierno del candidato Joao Amoedo, del Partido Novo, publicó en las redes sociales que “la ascensión de Jair Bolsonaro era previsible. Los brasileños están clamando por ley y orden desde hace años, pero sus líderes democráticos prácticamente los ignoraron”.

Además de su discurso contra el PT y contra la corrupción, Bolsonaro defiende los valores tradicionales y la familia, y ha lanzado varias críticas al actual sistema educativo brasileño.

“El listón lo tiene muy alto. Sus críticas al actual sistema y sus promesas de cambio, muchas de ellas sin explicar cómo lo hará, estarán en el punto de mira de la prensa y la sociedad. Ha logrado casi 50 millones de votos con un discurso muy claro, lo que no puede hacer ahora es decepcionar a sus electores y comportarse como hicieron sus antecesores”, sostuvo Figueiredo.

Bolsonaro ha admitido públicamente que no tiene nociones de economía y ha intentado huir siempre del tema cuando se le ha preguntado, pasando la responsabilidad a Paulo Guedes, el ideario de su programa económico.

En la campaña electoral de la segunda vuelta, el candidato del PSL deberá enfrentarse a otro de sus puntos débiles, los debates. Debido al ataque que sufrió el 6 de septiembre en un acto electoral, cuando fue apuñalado, Bolsonaro se pasó tres semanas en el hospital y evitó el cuerpo a cuerpo en los siete debates electorales que se hicieron en televisión.

Ahora, ha prometido que acudirá a los que haya programados contra Haddad, a quien no le quedará otra estrategia que atacar a su rival para poner de manifiesto ante la audiencia sus deficiencias en el cara a cara e intentar revertir la situación.

Fuente: Xinhua