Aung San Suu Kyi recibirá este viernes (11.04.2014) en Berlín el premio Willy Brandt concedido por el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que honra a personas o instituciones comprometidas con el entendimiento de los pueblos. La ganadora, galardonada anteriormente con el premio Nobel, el premio Sajarov y la Medalla de Oro del Congreso estadounidense, está considerada como una de las políticas más conocidas de nuestro tiempo.

Incluso el presidente estadounidense Barack Obama alabó su compromiso en su primer encuentro en Rangún: “Aung San Suu Kyi demostró con valor y decisión que nadie puede privar a las personas de su libertad y su dignidad”.

En una entrevista con la revista Vanity Fair, Suu Kyi deduce su compromiso a raíz de su origen. Su padre Aung San, aún hoy recordado en Birmania, llevó a su país a la independencia del poder colonial británico. Fue asesinado por la oposición en 1947 y, su mujer, entonces parlamentaria y ministra, se convirtió en 1960 en la primera embajadora de su país en la India.

La política acompañó y marcó a Aung San Suu Kyi durante su infancia y juventud y más tarde, mientras estudiaba filosofía, política y economía en Oxford, todavía no podía adivinar que se convertiría en un icono de los derechos humanos.

1988, el año del destino

En 1988, Suu Kyi viajo a Rangún para cuidar a su madre. Poco más tarde, vivió las protestas estudiantiles y la dimisión del general Ne Win, durante años líder del Gobierno militar. Aung San Suu Kyi se unió a la oposición convirtiéndose pronto en su cara más conocida. Por lo menos en Occidente. En su primer discurso público en 1988, Suu Kyi exigió un cambio político ante medio millón de personas. Cuando la situación se complicó, el poder militar intervino brutalmente provocando la muchas muertes y la detención de miles de opositores.

Una vida dedicada a terminar con el miedo

En su apuesta por la resistencia pacífica, Suu Kyi rápidamente se convirtió en la principal voz crítica contra el Gobierno militar: “No milito contra la violencia por razones morales, sino por razones prácticas y políticas”. Estableció una conexión entre la liberación de la violencia y liberación del miedo: “No es el poder el que corrompe, sino el miedo. El miedo a perder el poder corrompe a los que lo ostentan. El miedo al abuso del poder corrompe a los que son dominados”. Así comenzaba Suu Kyis su discurso en la entrega del premio Sajarov.

Victoria amarga

En 1990, tuvo la primera oportunidad para el cambio en Birmania, con la victoria electoral de la Liga por la Democracia, liderada por Suu Kyi, con 59 % de los votos. Pero los militares se negaron a reconocer el resultado, sin haber redactado una nueva constitución. Un cambió para el que pasaron más de 20 años, en los que el país estaba bajo control militar.

Hasta 2011, Suu Kyi pasó más de 15 años bajo arresto domiciliario. Aunque el Gobierno le permitía irse fuera del país, ella se negaba consciente de que sólo podía ejercer tal influencia desde dentro.

Política en vez de ícono

En 2010, los militares dejaron el uniforme permitiendo la apertura del país. Aung San Suu Kyi fue liberada de su arresto y desde las elecciones de 2013, forma parte del Parlamento. Por primera vez pudo ejercer y aplicar sus ideas políticas. Para el periodista Zeya Thu, antes de 2012 Suu Kyi era una desconocida para muchas personas. Sólo se sabía que estaba bajo arresto domiciliario y que era una opositora al régimen militar. “Antes era un ícono de la democracia, hoy es una política”, aclara.

Pese a su imagen, como política no tardó mucho en encajar las primeras críticas. Suu Kyi no se comprometía lo suficiente con las minorías étnicas. Su partido, la NLD, regía con estilo autoritario similar a los militares. Hasta hoy, continúa Zeya Thu, consiguió más como icono que como política.

“Pero ella prefiere ser más política que ícono”, puesto que sólo así se pueden aplicar cambios concretos, algo que podría suceder a partir de 2015 si se presenta candidata a la presidencia. Aunque para hacerlo, primero tiene que superar un impedimento constitucional. El presidente de Myanmar no puede estar casado con un extranjero.

El marido de Suu Kyi, fallecido en 1999, era británico al igual que sus hijos. Pero aún así, Zeya Thu se muestra optimista: „Las relaciones entre Suu Kyi y los militares son mejores que antes y probablemente cambien la constitución”.

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