La réplica de un hogar sirio desde el que se puede ver la devastación generada por la guerra llegó hoy a una de las estaciones más transitadas del metro de Buenos Aires de mano de Amnistía Internacional (AI), que busca generar empatía con los millones de desplazados por conflictos bélicos en todo el mundo.

“La idea es que la gente, a través de esta experiencia, genere empatía con los refugiados”, que “se solidaricen y que, eventualmente, “exijan a los Estados una solución a esta grave crisis humanitaria”, cuenta en una entrevista con Efe la directora de Justicia Internacional de AI en Argentina, Leah Tandeter.

En un espacio de cuatro metros de largo y 2,5 de ancho situado en la estación de metro del emblemático Obelisco capitalino, la asociación humanitaria instaló un simulador de una humilde casa de una localidad siria, idéntica a la de Sham, una niña que tuvo que huir del país árabe con su familia y que ahora permanece recluida en una terminal del principal puerto de Atenas.

Cuando uno de los miles de ciudadanos de Buenos Aires que pasan por delante del curioso lugar cada día decide entrar y acercarse a su falsa ventana, un sensor de movimiento activa “la realidad” a la que se enfrentan los sirios cada día desde que comenzó la guerra en 2011: explosiones, derrumbes y, sobre todo, “destrucción”.

El video que puede verse en el simulador, que permanecerá en la estación hasta el próximo 27 de septiembre, “es solo una muestra de la destrucción de edificios pero el impacto mayor ha sido en la vida de las personas, en la cantidad de refugiados y desplazados internos que ha generado este conflicto”, señala Tandeter.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, a marzo de 2016 había 4,8 millones de refugiados sirios en los países vecinos, de los cuales cerca de un 35 % estaba en edad escolar.

La abogada de derechos humanos recuerda que Siria es un país en “guerra permanente” desde hace cinco años “donde más del 50 % de la población se ha visto obligada a moverse, a abandonar sus hogares” mientras que aquellos que sí se quedaron, “en general no salen de sus casas” y viven en resguardos permanentes, en sótanos, esperando que “no caiga una bomba sobre su cabeza”.

Sufren “una privación de los derechos absoluta, donde es difícil acceder a medicamento, a alimentación”, afirma antes de denunciar que la Unión Europea “no está garantizando los derechos” de estas personas, algo que, además, ha generado “reacciones xenófobas” en varios países que lo único que hacen es “recrudecer” la situación actual todavía más.

Entre las cientos de personas que pasaron esta mañana por el simulador, se encontraba Iyas Asaad, un joven de 27 años procedente de Damasco que llegó a Argentina en 2012, al considerarlo “otro lugar donde hay más seguridad” y en el que puede “vivir mejor”.

“Nosotros los sirios somos personas que nos gusta trabajar, que nos gusta aprovechar nuestra vida. No nos gusta destruir” y por eso “dejamos la guerra de Siria”, declara a Efe.

EFE