Sin las selecciones de Brasil y Alemania no sería posible entender la historia de los mundiales. Las estadísticas de los dos combinados son sencillamente espectaculares. Mientras que la verdeamarelha ha tomado parte en todas y cada una de las ediciones disputadas hasta la fecha, la Mannschaft sólo ha faltado a las citas de 1930 y 1950 –-por causa de las sanciones internacionales impuestas tras la II Guerra Mundial—.

A pesar de que entre los dos combinados suman más de 200 encuentros en fases finales, la historia es caprichosa y ha querido que sólo se hayan visto las caras en una ocasión, de triste recuerdo para Alemania.

Hace doce años, en la ciudad japonesa de Yokohama, la canarinha alzaba el tan ansiado Penta ante una selección alemana que, entrenada por Rudi Völler, poco tenía que ver con la actual de Joachim Löw. Solo queda un jugador de los todos los que disputaron aquel partido: Miroslav Klose. En aquella final, la actuación del delantero de origen polaco y la de todos sus compañeros quedó eclipsada por los dos goles de un Ronaldo que vivía su mejor campaña como futbolista.

Mientras que por aquel entonces Brasil practicaba un fútbol alegre y cargado de jogo bonito, Alemania jugaba a ser Alemania. El fútbol directo y muy físico desarrollado por los germanos no bastó para neutralizar la magia brasileña que desplegaban los Rivaldo, Ronaldinho, Ronaldo y compañía.

Tres mundiales después, las dos selecciones han intercambiado roles. Si bien el fútbol de Scolari nunca se ha caracterizado por su vistosidad, la torcida brasileña tiene motivos para quejarse del juego farragoso y resultadista que está practicando su seleçao durante este mundial.

Alemania, por su parte, ha demostrado altibajos en su juego. Tras el contundente arranque ante Portugal (4-0), el combinado dirigido por Löw ha ido de menos a más, practicando un fútbol de mucha posesión y control, esporádicamente salpicado de trazos de genialidad o simple efectividad, como demuestran los goles del central Hummels a balón parado.

La selección brasileña llega herida y diezmada a esta semifinal. A la triste lesión de Neymar se une la ausencia del central Thiago Silva, sancionado por impedir de forma absurda que el portero de Colombia pusiese el balón en juego durante el partido que disputaron ambas escuadras en cuartos de final.

Para el seleccionador alemán, la falta de estos dos hombres clave puede paradójicamente fortalecer a su rival. “Brasil sin Neymar es mucho más difícil que con Neymar”, aseguró Löw en rueda de prensa. “Me hubiese gustado que pudiese jugar”, añadió.

Un último dato refleja la importancia de los dos combinados para la historia del mundial de fútbol. Tan sólo tres de las últimas quince finales disputadas no han contado con la participación de Brasil o Alemania. El domingo una de las dos seguirá cultivando el mito.

La clave: Brasil puede beneficiarse de la ausencia de Neymar por no tener que jugar exclusivamente para él. Con Lahm jugando donde mejor se le da, Alemania gana orden y profundidad. Atención a las jugadas a balón parado.

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