Era el año 1992 y el entonces desconocido Manuel Burga pasó de ser gerente de la Región Metropolitana de Fútbol a encabezar el máximo ente futbolístico del país.

Quien es hoy el más cuestionado dirigente de nuestro país, fue ungido como presidente interino de la FPF por una resolución del Consejo Nacional del Deporte, que le encargó tomar las riendas de nuestro balompié.

Manuel Burga aceptó tal responsabilidad, sin presagiar que solo duraría 35 días en el cargo, ya que el 8 de febrero, de ese año 1992, anunció su renuncia por intromisiones del entonces ministro de Educación, Augusto Antonioli.

Tras su salida, Burga pasó a ser secretario del nuevo presidente de la FPF, Walter Indacoechea, quien asumió el cargo pese a ser dirigente de vóley y no tener una gestión relacionada con el fútbol.