De pequeño lloré en un partido de Perú con Paraguay, no lo olvidaré jamás. Era el último partido de las Eliminatorias para la Copa Mundial de Francia 98 y tenia 6 años. Esa vez, la selección, dirigida por el ‘Ciego’ Oblitas, ganó con gol del ‘Camello’ Soto y compartimos el cuarto puesto con Chile, pero nos eliminaron por tener menos goles anotados.

Han pasado 14 años y todo es distinto. Ahora son Clasificatorias. Ahora tenemos un modernizado Estadio Nacional. Ahora hay un ‘Mago’, un ‘Depredador’, un ‘Loco’, un equipo. Y ayer comenzó el largo camino. Y ayer Paraguay, de nuevo, fue nuestro examen a rendir. Y aprobamos. Sí, todos aprobamos.

La hinchada jugó. Cumplió con abarrotar el Coloso José Díaz, alentar en todo momento, tener paciencia cuando Perú no convertía y presionar al rival cuando dominaba el balón. Es deslumbrante la fe que tiene el hincha por este equipo. Los insultos quedaron en el olvido. La ilusión que genera y la expectativa de lograr clasificar a un Mundial después de tantos años ha hecho que el hincha entienda lo importante que es apoyar en las buenas y, sobre todo, en las malas al equipo.

El equipo jugó bien. Empezando por Raúl Fernández hasta Paolo Guerrero, todos los jugadores cumplieron una actuación de ensueño. Desde Rodríguez y Acasiete, quienes, por medio de su experiencia, impusieron seguridad y transmitieron confianza al equipo para que siga adelante.

Pasando por Guizasola y Yotún, quien tuvo un inicio desapercibido pero que con el transcurso de los minutos dejó sus nervios y comenzó a desbordar por su banda. No podría olvidarme de Balbín y Cruzado. ¡Que trajinadores! Ambos recuperaron pelotas importantes y permitieron un limpio transcurso del mediocampo. Sobre Farfán, Vargas, Pizarro y Guerrero, simplemente no tengo palabras. Quizás los más esperados, cumplieron su mejor partido juntos. Farfán y Vargas se comieron los costados, la potencia y fuerza de ambos fueron vitales en todo el partido. Pizarro, el capitán del que todos esperan goles, jugó un buen partido, y si bien no marcó, cumplió en distintas acciones y generó el segundo gol. Guerrero (no puedo explicar lo importante que es en este equipo), a su olfato goleador le ha agregado la inteligencia y paciencia a la hora de tener el balón, fiel reflejo de sus dos goles.

El equipo. La hinchada. El técnico. Markarián planteó bien el compromiso y supo minimizar el juego paraguayo. Ayer todo fue perfecto. Ayer volví a llorar en un partido con Paraguay, pero ahora de felicidad. Fueron lágrimas de niño, de esperanza, porque después de tantos años podemos clasificar a un Mundial. Esto recién comienza, pero espero que estas lágrimas sigan cayendo por Perú.

Por Renzo Silva Guevara