Tras el triplete de la temporada anterior, con Jupp Heynckes en el banquillo, vino la supercopa europea definida en los penales ante el Chelsea de José Mourinho, que se convertiría en el primer título de Pep Guardiola con el conjunto bávaro.

Luego, el sábado, se completó el repóquer con el triunfo en la final del Mundial de Clubes ante el Raja Casablanca. Al Bayern Munich de Claudio Pizarro sólo se le escapó un título, que fue el de la supercopa alemana, que perdió con un claro 4-2 ante el Borussia Dortmund, que en ese partido cobró revancha por la derrota que había sufrido ante los bávaros en la final de la última Liga de Campeones.

La derrota ante el Dortmund fue una entre tres que sufrió el Bayern Munich en 2013 y la única que tuvo consecuencias pues las otras, en la Liga de Campeones ante el Arsenal en los octavos en la temporada pasada y ante el Manchester City en el último duelo en la fase de grupos en este ejercicio, sólo fueron cuestión de estadística.

Las estadísticas bávaras en este año son para dar miedo. En la Bundesliga jugó 33 partidos de los que ganó 30 y empató 3, en la Copa de Alemania jugó 6 y ganó los 6, en la Liga de Campeones ganó 11 de 13 compromisos y perdió 2 mientras que el Mundial de Clubes ganó los dos partidos disputados.

El año de los superlativos, como se ha llamado el año del Bayern en Alemania, se inició con un golpe de efecto en enero cuando se anunció que Guardiola se convertiría en el entrenador del Bayern en la siguiente temporada.

Luego vendría el grandioso remate de temporada con el que el Heynckes le dejaría a Guardiola la herencia del triplete, que el catalán no se cansa de agradecerle y de recordar que sin esos títulos él no hubiera podido disputar las supercopas ni el Mundial de Clubes.

En la Bundesliga, el Bayern Munich, con un partido menos, marcha siete puntos por encima del Bayer Leverkusen y doce por encima del Borussia Dortmund y del Borussia Mönchengladbach. Y los jugadores parecen entender cada día mejor lo que quiere Guardiola.

EFE