La marea “blanquirroja” de la no se detiene. Hasta Ekaterimburgo, en la falda de la cordillera de los Urales, el límite que marca la frontera entre Europa y Asia, la más oriental de las sedes del Mundial de Rusia, llegaron los ecos de una hinchada que no renuncia a su sueño mundialista.

Los cálculos imposibles de verificar hablan de 20.000 hinchas que poblaron el estadio con capacidad para 35.000. Imposible mirar a ningún rincón de la ciudad sin toparse con la banda roja que caracteriza el emblema peruano.

En un día nublado y descolorido por chubascos intermitentes, la afición de Perú llenó de fiesta el centro de la cuarta ciudad más poblada de Rusia, la única en el continente asiático que acoge el Mundial.

Los cánticos de “¿Cómo no te voy a querer?” llenaron las arterias comerciales de la ciudad, donde convivieron con el día a día de los locales.

EFE