Irreconocible, desdibujada, apagada de principio a fin, sin casi ocasiones, con un empate en el minuto 91 de Iago Aspas (2-2) contra una selección eliminada ya del Mundial como , sobrevivió en mientras bordeó el fracaso y se encontró, de repente, la primera posición.

La logró de rebote, por un gol de Irán en el minuto 93 frente a Portugal; un objetivo cumplido que no mereció. La meta final va mucho más allá, al título que se definirá el 15 de julio, una utopía con partidos como el de este lunes de España, que ya sabe rival, fecha, hora y lugar para octavos: Rusia, 1 de julio, 17.00, Moscú.

Mientras Hierro mantiene muy definida su estructura base de la selección, con sólo retoques en tres partidos, porque de ahí no se mueven ni De Gea ni Carvajal ni Ramos ni Piqué ni Jordi Alba ni Sergio Busquets ni Silva ni Isco ni Iniesta ni Diego Costa y ahí hoy apareció de repente Thiago no hizo ni un solo cambio hasta el minuto 74 del duelo, el equipo aún juega sobre el alambre.

No hay coartada ni para su partido; ni para el primer cuarto de hora, una sucesión de pases sin riesgo ni destino, como si cualquier jugada ofensiva fuera una mera cuestión de tiempo o inercia, como si no requiriera un pase, un desmarque, una carrera o un remate; ni para sus mínimas ocasiones; ni para sus lagunas atrás; ni para su cuarto gol en contra en el campeonato, que fue un despropósito.

Era el minuto 14 cuando, alrededor de la línea de medio campo, Sergio Ramos sacó una falta en corto a Andrés Iniesta, este se la devolvió, el defensa creyó que más que un pase era una conducción del centrocampista y por ahí el más listo fue Boutaieb, que agarró el regalo, corrió a toda velocidad y superó por bajo a David de Gea.

No es una casualidad ya tanta adversidad. Le pasó con Portugal, con un penalti nada más comenzar el choque, con un error del portero en el segundo tanto luso y con una falta innecesaria en el tercero; lo rozó contra Irán, justo cuando ya ganaba 0-1, y le ocurrió de nuevo este lunes ante Marruecos, que encontró un gol que no intuía.

España mantiene dificultades defensivas. Ya no son dudas. Es un problema con el que ya convive, aunque su reacción este lunes fue también inmediata; mucho más concluyente en el marcador o en las individualidades de Iniesta o Isco, conectados por dos veces en el 1-1 culminado por el madridista, que colectivamente en su fútbol.

La selección español resurgió entonces, sobre todo, por Iniesta. Desde sus conducciones verticales, el liderazgo que se propuso con el balón, la responsabilidad que asumió y sus irrupciones entre las incontables vías que ofreció un oponente descubierto a ratos en su endeble zaga, España respondió a un momento más que inquietante.

También por una intervención indispensable de De Gea. Su primera parada en el Mundial, ya por el tercer encuentro, fue transcendente, por el resultado, por el momento, el minuto 25, apenas cinco después del empate de España, y por lo que habría supuesto otro golpe. El segundo duelo con Boutaieb lo ganó el portero con aguante y astucia.

Una parada clave, como también lo fue después, ya cerca de la hora de juego, la cruceta para repeler el trallazo de Nourredine Amrabat, para sostener a España, que tenía la posesión como siempre, pero sin la profundidad ni el desborde de antes, dos cualidades que transforman el poder del balón en un arma incontestable.

No las encuentra hasta ahora en este Mundial. Ni siquiera está aparentemente cerca. Tampoco contra Marruecos, que sin ser ni hacer nada del otro mundo la desdibujó casi siempre, encomendada a una jugada puntual para ganar el partido, como el cabezazo de Isco que sacó bajo palos Da Costa o el testarazo de Piqué que rondó el gol, mientras rebuscaba a Diego Costa y Silva, imprecisos e inadvertidos.

Ya por encima de la hora de partido, Marruecos había dispuesto al menos de las mismas ocasiones claras, sino más, que España, que ni siquiera tuvo un arrebato final ofensivo. Ni asedió ni se acercó ya a la victoria. De hecho recibió el 1-2 de En Nesiry, que no extrañó a nadie. Empató luego por medio de Iago Aspas, allá por el minuto 91, con el uso del VAR, y se encontró de pronto el primer puesto.

EFE.

España vs Marruecos | Alineaciones

España: De Gea; Carvajal, Sergio Ramos, Piqué, Jordi Alba; Koke, Busquets; Silva, Iniesta, Isco; y Diego Costa.

Marruecos: Munir; Dirar, Benaita, Da Costa, Amrabat; Al Ahmadi, Ziyach, Belhanda, Boussoufa, Harit; y Boutaïeb.

España vs Marruecos | La previa

Otro asunto es el liderato. Ahí, las previsiones, siempre dependiendo del otro marcador de Portugal e Irán, son ganar y golear para amarrar las mayores posibilidades de terminar en la cima del grupo y, por extensión, aún aparentemente a la espera de la definición de todos los grupos, encarar un cuadro más amable.

Sólo sobre el papel, porque aún hay muchos interrogantes en ese sentido. La única certeza es que Rusia o Uruguay sería su rival en los octavos de final. El resto son dudas: Alemania todavía puede pasar ser primera, segunda o eliminada, igual que Brasil; Argentina apunta como mucho a la segunda posición, con lo que España la evitaría siendo líder, pero a la vez se cruzaría con la rotundidad que ha demostrado Croacia en unos hipotéticos cuartos de final…

Más intuiciones que realidades que dirigen los cálculos de España al primer puesto, su objetivo marcado en la primera fase cuando entró en juego hace diez días en Sochi, aunque no garantice nada, menos aún en un Mundial tan equilibrado y sorprendente como ha sido Rusia 2018 hasta ahora, con todos los duelos pendiente del más mínimo detalle, también de nuevo fundamentales este lunes ante Marruecos, sin nada en disputa, pero indudablemente competitiva.

“Un equipo que no tiene miedo a nada es muy peligroso”, advirtió a EFE Saúl Ñíguez sobre el enfrentamiento en Kaliningrado, en el que España verifica a la vez sus aspiraciones, su ambición y sus mecanismos ofensivos y defensivos, a debate primero contra Portugal y después, con aún más intensidad, tras el triunfo 0-1 ante Irán.

¿Cómo está la selección? ¿Está para ganar el Mundial? Cuestiones aún sin respuesta, que desde los números ofrecen más dudas que certezas; en defensa por los tres goles que le marcó Portugal, dos a balón parado y otro en un error de De Gea, y las ocasiones que le generó Irán en el tramo final, y en ataque por las dificultades que evidenció para desbordar al equipo asiático, al que ganó de rebote.

En contraste, desde su eliminación en la Eurocopa 2016, España se mantiene invicta. Son ya dos años concentrados en 22 partidos sin derrotas, con quince victorias, siete empates, 71 goles a favor y con al menos un tanto en cada una de las paradas de ese recorrido. Veinte pertenecen a la era Lopetegui; dos a la de Fernando Hierro.

A la vez, la pegada es indudable en España en este Mundial 2018, personificada en Diego Costa, con tres goles en dos encuentros, pero sobre todo en apenas cuatro remates entre ambos choques. Ha anotado nueve goles en sus últimos doce partidos internacionales y asumirá de nuevo esa responsabilidad en el ataque frente a Marruecos.

Su titularidad hoy por hoy es indiscutible en un once en el que no se prevén apenas cambios, sólo algún retoque, como la vuelta de Koke Resurrección al centro del campo junto a Sergio Busquets en lugar de Lucas Vázquez o la posibilidad de dar descanso a David Silva o Andrés Iniesta. Si es así en alguno de los dos casos, Marco Asensio, Iago Aspas o Saúl Ñíguez aparecen como alternativas.

No se esperan más que una o dos novedades como mucho en la alineación, que mantiene el núcleo de siempre en la retaguardia, con David de Gea en la portería, aún bajo el foco por su fallo ante Portugal pero reafirmado por la confianza de Hierro, y con Dani Carvajal, Sergio Ramos, Gerard Piqué y Jordi Alba en la defensa.

Estos tres últimos, además del guardameta, han sido fijos en cada uno de los dos encuentros con todos los minutos, al igual que Isco Alarcón, un líder con la pelota para su equipo, y Sergio Busquets, la esencial conexión defensa-ataque de España. Los dos son titulares inamovibles para Hierro. El medio centro está apercibido de sanción.

Enfrente, Marruecos, sin opción alguna de clasificación, saltará al césped acuciado por otras urgencias vinculadas a sentimientos tan arraigados en el fútbol como el honor y la dignidad. Es decir, con la obsesión de marcar y al menos empatar para no irse con un cero de este mundial.

Los magrebíes han impresionado por su juego, directo y al ataque, con la pelota como protagonista. Anclado en 5-4-1, al equipo de Hervé Renard le gusta construir desde atrás, mascar la jugada en el centro del campo y percutir por la banda.

Aprietan en la presión alta y se repliegan con velocidad, con dos laterales muy largos, dos centrales sobrios, y un pivote defensivo rápido y efectivo, una disposición que puede beneficiar a España, ya que no se encontrará un equipo colgado del larguero como ocurrió frente a Irán.

Un concepto de defensa más arriesgado pero que, en todo caso, le ha funcionado a los “leones del Atlas” hasta la fecha, ya que solo han encajado dos goles en esta copa del Mundo, y le sirvió para mantener la portería a cero en seis de los partidos de clasificación.

Existen varias dudas en torno a al once que el técnico francés vaya a presentar en el estadio de Kaliningrado, especialmente en las bandas. Es casi seguro que el extremo del Leganés, Noureddine Amrabat, ocupe una de ellas, mientras que la otra se la disputarán el madridista Achraf, el defensa del Lille Mandyl y su colega del Fenerbache Nabil Dirar.

En la punta de ataque, Renard optó por El Kaabi frente a Irán y por Butaïeb contra Portugal. Todo apunta a que el buen partido de este último en el estadio Luzhniki podría servir para que repitiera titularidad frente a España. También podría volver al centro del campo el joven centrocampista del Schalke 04 Amine Harit, que dejó destellos de mucha clase en el primer partido.