Minuto 113 y aparece Mario Götze para anotar el único gol de la final en el Maracaná de Rio de Janeiro. En una fracción de segundo, cortó de raíz el sueño de Lionel Messi de conquistar el único título que aún no conquistó, la Copa del Mundo.

Por este tanto, por su gran definición que incluyó parada de pecho y remate sin que la pelota toque el piso, Götze fue elegido el mejor jugador del partido, aunque no inició las acciones: recién ingresó a los 88.

El público enloqueció, los brasileños, ya eliminados, no querían por nada del mundo un título de sus rivales eternos y se colocaron sin vergüenza la camiseta del equipo que antes los humilló con una goleada 7-1.

Messi se secaba el sudor de la cara, sin acelerar el paso, esperando el balón del empate. Pica y Schweinsteiger le corta el camino, fue falta. Cobró desviado, muy por encima.

Sin embargo, el jugador del Barcelona fue elegido mejor jugador del torneo y recibió su trofeo antes de que Alemania subiera a recoger la Copa del Mundo.

Fue la última oportunidad antes de despedirse de Rio como subcampeón, obligado a esperar cuatro años más para cumplir su sueño de pibe.

Sonó el silbato y Messi no dejó el paso lento. Siguió caminando sobándose la cabeza, aún incrédulo. El título estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos. Siete minutos faltaban para la decisión en penales, una apuesta que era igual de arriesgada para ambos combinados.