El primer equipo del Corinthians llevó a cabo un entrenamiento suave bajo con más de 30 grados de temperatura y con la presencia del párroco del barrio, que bendijo el estadio, el club y la trayectoria de Brasil en el torneo mundialista.

“El papa puede ser argentino pero Dios es brasileño”, bromeó el padre Rosalvino ante las decenas de periodistas que acudieron a la rutina que se celebró sin aficionados por medidas de prevención de la obra.

Así, el público fue sustituido por unos doscientos operarios que se tomaron un descanso para asistir a los ejercicios comandados por Mano Menezes, técnico del Corinthians.