La Cara y Cruz del Fútbol

Con escasos cuatro días de diferencia Sudamérica vivió la cara y cruz del fútbol.

Mientras que el miércoles 22 de junio de este año, el Santos conquistaba su tercera Copa Libertadores al vencer al Peñarol en el partido de vuelta de la final, disputada en el viejo y querido estadio Pacaembú, el domingo 26 de junio quedará marcado para siempre en las páginas negras del fútbol argentino con el descenso del River Plate , quien hasta esa fecha, junto al Boca Juniors e Independiente de Avellaneda, eran los únicos tres equipos que siempre habían jugado en la primera división gaucha. A partir de la próxima temporada ese privilegio será exclusivo de xeneises y rojos.

En mediocre partido, Santos ganó merecidamente la Copa Libertadores a un modesto y violento Peñarol – muchas veces los uruguayos confunden la garra charrúa con matonería – conquistando el tri campeonato. De la mano de Pelé, había logrado sus dos primeras estrellas en 1962 y 1963.

Este equipo santista a diferencia del equipo del Rey, que contaba con jugadores extraordinarios como el arquero Gilmar, el central Mauro, el volante Zito, y la recordada delantera conformada por Dorval, Mengalvio, Pagao, luego Coutinho, Pelé y Pepe, tiene poco vuelo futbolístico.

Basa su estilo más en la fuera física que en la habilidad. En lugar de jugar el balón a ras del piso, lo divide con pelotazos buscando la habilidad de Neymar, donde los carboneros ganaron siempre en los balones divididos. Tuvieron la suerte que a comienzos del segundo tiempo, Neymar puso en ventaja a los locales, por lo que los mirasoles tuvieron que abandonar sus trincheras defensivas, lo que aprovechó el Santos para recién poner el balón contra el piso y jugar de contragolpe, cosa que le duele a los duros defensas uruguayos, y desniveló el cotejo.

Muricy Ramalho paró al Santos con un cuatro- rombo- dos. Los del fondo fueron Danilo, Edú Dracena, Durval y Leo, con los laterales un poco contenidos – recién se soltaron en la segunda etapa – y los centrales duros, pero que casi nunca salen jugando el balón, mas bien lo dividen con largos pelotazos. Con Adriano haciendo marca personal a Martinuccio, como en el juego de ida, mientras que Arauca y Elano actuaban por los costados. Delante de ellos Ganso, tan brillante como lento, dejando en punta a Ze Eduardo y Neymar.

Párrafo aparte merece el pésimo arbitraje del argentino Sergio Pezzotta, a quien le quedó grande el partido. No expulsó a Corujo, que le pegó una patada a Arauca, parecida a la De Jong contra Xabi Alonso en la final del mundial, y a Albín, por un codazo descalificador.

A veces los santistas parecía que jugaban contra trece, los once uruguayos, más el árbitro y el “imparcial” y poco enterado Niembro ( Que en cada partido emite un solo concepto, el cual repite constantemente, quedándose en inútiles anécdotas sin analizar a fondo el fondo futbolístico, pues se quedó en el tiempo y como él mismo reconoce, recién sigue el fútbol europeo desde hace 13 años) que demostró sus preferencias manifestadas a lo largo del partido, cuando estaba por terminar el cotejo sentenció como expresión de deseo: “Estoy esperando el gol del Peñarol”

Si comparamos esta final de la Copa Libertadores con la última de la Champions League, las diferencias son infinitas, cada vez son más grandes, no sólo en el juego sino en los detalles.

Ver jugar al FC Barcelona es una delicia, es un canto al fútbol. Viendo actuar a estos brasileños y uruguayos uno sufre.

Cuántas infracciones cometió el Peñarol – algunas descalificadoras – en el partido de vuelta de la final de esta edición de la Copa Libertadores de América, mientras que los azulgranas en la final de Wembley apenas hicieron CINCO.

¿Qué hacía Leoz al lado de los jugadores cuando se entonó el himno brasileño, y que además nos quedamos esperando el uruguayo, que fuera anunciado por los parlantes pero que nunca se tocó? ¿ Porqué la final comenzó con 11 minutos de retrazo?. ¿Las ceremonias de ingreso al campo de juego y las entrega de las medallas se parecieron en algo a las de la Liga de Campeones? ¿Porqué el plantel del Santos no hizo el pasillo a sus derrotados, tal como el FC Barcelona, cuando los jugadores del Manchester subían las escaleras para recibir sus medallas de plata, que honra el Fair Play?

Para acabar con la batahola final protagonizada por los jugadores uruguayos, típica de los rioplatenses cuando pierden, que debería de ser castigada ejemplarmente, cosa que dudo, porque los enquistados dirigentes de la CSF, la manejan a su antojo.

Una de las maneras de terminar con tanta violencia es educando a la gente. Una de las formas de educar es con el castigo, con la sanción, cosa que Sudamérica esta muy lejos de aplicarlas. Estos lados son el reino de Pepe el Vivo, de la viveza criolla, de los que tienen esquina, elementos principales, del retrazo de esta parte del continente.

Después algunos apuntan que la diferencia está sólo en el envoltorio.

Cuatro días después se vio la otra cara de la moneda con el histórico descenso del River Plate a la segunda división.

Muchas son sus causas.

Una de ellas es la pésima organización del fútbol argentino, en el cual el Fair Play brilla por su ausencia, mas bien el anti Fair Play es alentado muchas veces por la mayoría de sus periodistas, haciendo de la victoria un culto – que para ellos es lo único que vale – para vender más ejemplares o tener mayor audiencia, que cuando no es ejercido como la más noble de las profesiones se vuelve el más vil de los oficios.

Estos mismos periodistas son incapaces de rebelarse ante esa pésima organización de su fútbol, que nace de unos dirigentes enquistados en el puesto como Julio Grondona, que ejerce como presidente de la AFA desde 1979 o Daniel Passarella, que de jugador fue violento y uno de los fieles defensores del anti Fair Play, que a mi juicio no está preparado para ser presidente del River Plate (como la mayoría de los jugadores de fútbol)

Casi todos sus dirigentes se quedaron en el tiempo, pues siguen pensando que las recaudaciones son la base de los presupuestos de los clubes, que no tienen proyectos a largo plazo que se basen en las canteras, tan abandonadas en la Argentina hoy día, y en la capacitación de entrenadores para que formen integralmente a sus niños con proyectos a largo plazo.

Salvo Marcelo Bielsa – para mi gusto uno de los mejores del mundo – y de algunos más, sus entrenadores han quedado rezagados para el fútbol de primer nivel que hoy se juega, retrazo que lo demuestran las abultadas derrotas de su S 17 contra Francia y Japón donde fueron vencidos por 3 a 0 y 3 a 1 respectivamente, marcadores que no reflejan la amplia superioridad de galos y nipones, en la Copa Mundial de la categoría, que actualmente se lleva a cabo en México.

Luego siguen los inauditos sistemas de torneos, que toda América copia, otro de los tantos motivos de su serio retrazo futbolístico, como la creación de los injustos torneos Apertura y Clausura, pues los que actúan de local en uno, son visitantes en el otro, cosa que no los hace justos ni parejos, con dos campeones por año – ¿Porqué no cuatro o diez? – que devalúan a sus monarcas, con equipos que descienden de categoría por la inusual y casi única fórmula del promedio de puntos de los últimos tres años, instituido para proteger a los cinco equipos grandes de Argentina, luego que el San Lorenzo de Almagro perdiera la categoría. Todo esto ha hecho que los campeonatos de fútbol de ese país se nivelen para abajo

La decadencia del fútbol argentino nace desde que fueron implantados estos sistemas de torneos, pues desde 1990 su selección no pasa de los cuartos de final de los mundiales de fútbol o que desde 1993 no gana la Copa América.

Esa aciaga jornada de los “millonarios” termina con los violentos de siempre que causaron serios destrozos a la propiedad privada, cosa tan arraigada en el fútbol de ese país, barbarie que da la vuelta al mundo, para vergüenza de los sudamericanos, cosa que en la Argentina a nadie pareciera preocuparle, pues son incapaces de ponerle coto.

Si los países sudamericanos no educan a su pueblo, repito que una de las fórmulas es castigando y sancionando ejemplarmente, se habrá perdido la guerra. En sus gobernantes y dirigentes deportivos está la solución.

La Copa Libertadores lograda por el Santos y la pérdida de la categoría del River Plate son la cara y cruz del fútbol.

Luis Puiggrós Planas