La emoción, la alegría y la euforia pudieron más que el dolor. Este niño, sentado en los hombros de su padre, agitaba los brazos, celebrando el título del Liverpool en la Carling Cup.

El niño no midió los movimientos de sus brazos y uno de sus dedos le picó el ojo, provocando el ardor de ley. Igual, el niño sufría por el ojo picado, pero no dejaba de celebrar. Amor al fútbol.