Gareth Bale encontró el premio a sus meses de sufrimiento, siendo el gran protagonista del pase del a la final del , con un gol salvador que propició la remontada a nueve minutos del final y sacó a su equipo del esperpento, víctima de graves errores defensivos y de concentración ante un que tuteó al vigente campeón.

La reivindicación de Bale llegó en una nueva reaparición, siendo decisivo en los pocos minutos que puede jugar por sus eternos problemas en el sóleo izquierdo. Resolvió en ante el Fuenlabrada y repitió en otro partido que iba camino de un ridículo histórico, marcando en el primer balón que tocó.

El estreno del Real Madrid tuvo susto inesperado. Ningún jugador creía el marcador al descanso. Un 1-0 en su contra después de 17 remates y cinco paradas que convertían en héroe local al portero Ali Khaseif. Sentir tanta superioridad condujo a la relajación defensiva y al desorden en demarcaciones que aprovechó un modesto Al Jazira pero con las ideas claras que provocó la histeria con un 2-0 nada más arrancar el segundo acto, anulado por fuera de juego.

La abismal diferencia de calidad entre ambos equipos llevó al holandés Ten Cate a reforzar su planteamiento defensivo con línea de cinco atrás. Intentó juntar líneas pero nada haría posible poner freno a un Real Madrid tan superior en calidad técnica. Desde el minuto 3 que buscó la escuadra con un derechazo lejano, el primer acto fue un goteo constante de ocasiones madridistas con nulo acierto.

De marcar cinco en la primera parte ante todo un equipo ‘Champions’ como el Sevilla, a quedarse a cero ante un rival que jamás llegaría a la elite del fútbol español. Apenas su portero, el brasileño Romarinho, que dio un recital, y el punta Ali Mabkhout podrían jugar en el fútbol europeo.