Martes, 29 de noviembre. Camp Nou. Barcelona-Rayo Vallecano . Minuto 83. La sonrisa de Pérez Lasa delata la torpeza de Gerard Piqué a la hora de forzar la amarilla con la que cumple el ciclo de cinco tarjetas, que le hará perderse el encuentro frente al Levante pero que le permitirá estar a disposición de su técnico para el clásico ante el Real Madrid.

Piqué demoró durante varios segundos la ejecución de una falta en su propio campo y el árbitro, que parecía tener sus reticencias, finalmente se vio obligado a mostrarle la tan deseada amonestación. La acción fue tan descarada que incluso Pep Guardiola llegó a enfadarse en la banda. En el acta, Pérez Lasa reflejó que el motivo de la amarilla fue por “retrasar la reanudación de un saque a favor de su equipo con ánimo de perder tiempo”. Nada más, ninguna otra consideración a tener en cuenta pese a su delatora sonrisa.

La acción del central azulgrana y la actuación del colegiado han desatado una nueva tormenta, otra polémica en el maravilloso mundo de las insidias arbitrales. Las presiones hacia el Comité de Competición han sido constantes desde el martes, aunque es improbable que decida actuar de oficio en su reunión de este viernes.