El partido tuvo un final de locura, pero también de polémica por los dos penales que cobró el árbitro, ambos inexistentes y que incluso generó la alegría del juez de línea.

Ambos penales fueron para el Tottenham y en los minutos finales. Primero una falta sobre Kane que tuvo un fuera de juego previo bastante claro. Luego, el que se marcó a los 94’, que tuvo un piscinazo de Erick Lamela, fingiendo una falta de Virgil van Dijk.

En este segundo penal, el árbitro demoró en cobrarlo y fue el juez de línea quien lo marcó. Luego de una consulta entre estos, el juez de línea convenció al principal que sí era penal y luego levantó su brazo y hasta elevó su pulgar a modo de celebración.

Harry Kane, quien había fallado el primer penal (Karius lo atajó), no erró el segundo y marcó el empate final ante Liverpool.

La FA (Federación de Fútbol de Inglaterra) podría actuar de oficio y castigar, tanto al juez de línea, como al jugador Lamela por inducir al error al árbitro.